MEDIOAMBIENTE

La sequía pone en peligro el verano en Galicia

Las lluvias en enero fueron tres veces más escasas que la media histórica en Galicia en ese mes,un problema que, de continuar, amenaza al sector agrícula y al consumo

Cuándo empezarán las restricciones de agua por la sequía en España

El Embalse de Abegondo-Cecebre conserva su capacidad pese a la sequía EP

Ántar Vidal

Enero fue un mes de lo más inusual en Galicia. En mes invernal por excelencia brilló el sol, el cielo estuvo despejado y apenas llovió durante los 31 días en la mayor parte del territorio. En algunas comarcas de Valdeorras no se alcanzaron ni los 5L/m2, y la media fue de tan solo 52 L/m2, cuando el valor normal en Galicia es tres veces mayor a estas alturas del año. El nivel de agua en los embalses ha hecho que la Xunta haya tenido que decretar la pasada semana la ‘prealerta’ por sequía en 12 de los 19 sistemas de explotación de la que es responsable, por lo que aumenta la vigilancia de las reservas de agua.

Fue un mes inusual, como también estas semanas de febrero, pero 2022 no está siendo una excepción. Recuerdan los expertos que no es la primera vez que un año comienza con un periodo de sequía. Según los datos de Meteogalicia, en 2012 la situación era muy similar, y si nos remontamos hasta 1981, en aquel enero había llovido la mitad que en este. Sin duda «ha sido un mes muy seco», indica Alberto Martí, investigador y profesor de Climatología en la Universidad de Santiago, «pero estos periodos de escasez hídrica se han repetido de forma irregular» a lo largo de la historia.

Partiendo de esa premisa, algo puede tener que ver el cambio climático: «No sabemos su grado de responsabilidad» por lo que está pasando, aclara antes de nada Martí, pero si este periodo de sequía se pudiera alargar, el calentamiento global podría tener algo que ver. Los modelos de previsión de cambio climático «indican sequías más largas e intensas», y no solo eso, sino que el resto de fenómenos meteorológicos extremos también serán más abundantes: lluvias torrenciales, olas de calor y olas de frío. De hecho, apunta el profesor que durante los últimos años sí se ha notificado que las precipitaciones se están acumulando en menos días. Al final del año, el total está más o menos dentro de los parámetros normales, pero los días de lluvia son muchos menos. Es algo que se lleva observando en las últimas décadas. Por el momento no es algo que traiga grandes consecuencias, pero si la situación se agudiza, las sequías entre lluvias serían «combustible perfecto» para incendios forestales, aparte de los problemas que traería a nivel de consumo y agricultura.

Ahora mismo, «estamos en prealerta», recuerda Martí, «podría llegar un momento de lluvias en los próximos días». Y, efectivamente, desde el fin de semana ha habido «un cambio de tendencia» a nivel meteorológico en Galicia, señala Alberto Romero, meteorólogo de Meteogalicia. Coincide Romero con Martí en que esta influencia anticiclónica invernal es normal, dentro de lo que cabe, y con precedentes en Galicia. Esta semana hay más probabilidades de lluvia que durante las semanas pasadas, pero sí dice el meteorólogo que no «hay temporales ni bajadas de temperatura» a la vista. Incluso a partir del viernes «se va a recuperar la influencia anticiclónica» , los cielos volverán a estar despejados.

Tirando de matemática y estadística , no se esperan unos meses hasta verano muy lluviosos. Los expertos, ante todo, recalcan lo impredecible de la lluvia y su falta de patrón, pero los «modelos a corto y medio plazo no vaticinan precipitaciones», señala el profesor universitario. Concretamente, «para los siguientes tres meses hay un 50% de posibilidades de que las lluvias sean menores que la media, y solo un 20% de que la superen», dice. «Unas previsiones nada halagüeñas», interpreta.

Agricultura

«Los agricultores estamos consultando la página de Meteosat siete veces al día» , se preocupa Amador Díaz por la escasez de lluvias de estas semanas. Él, ahora mismo, está cultivando cereales en sus terrenos de Xinzo, y cuenta que a estas plantas «un poco de helada les viene bien», pero no tanta. La lluvia de este fin de semana «nos puso un poco contentos», pero la preocupación sigue en las mentes de los trabajadores de la tierra. «Si esta situación sigue y no llueve, dado como están los embalses, el problema va a llegar en la época de la patata a la hora de regar», sobre abril.

En casos de alerta por sequía, a la ganadería y agricultura es a quien primero se les cierra el grifo. Les pasó en 2012, cuando el enero había sido idéntico a este en cuanto a litros de agua por metro cuadrado. «Hay mucha preocupación e incertidumbre» en el sector ahora mismo, a pesar de la ‘buena previsión’ de esta semana que empieza ahora en lo que a lluvia respeta. «Cada año que pasa, sabemos menos», ironiza el agricultor . El tiempo es más inestable que en pasado, o al menos es su percepción, y recuerda que ha habido temporadas en que han comenzado a sembrar la patata incluso en junio. Pero «si la confederación nos dice que hay que dejar de regar, nosotros solo podemos agachar la oreja», lamenta Díaz. «Sí es verdad que con tal de que llueva bien varios días, los embalses suben rápido, pero la preocupación está ahí». Si el invierno sigue seco, con la llegada del verano —que lo normal es que también lo sea– en la época estival «va a haber restricciones, y no solo en la agricultura, sino también a nivel de consumo», augura Martí, poniéndose en lo peor.

«Este final de invierno, y sobre todo la primavera, es crucial» . «Es un periodo importante para determinar si nos metemos de lleno en una sequía con repercusiones que darán muchos problemas». Aparte de la ganadería y agricultura, los incendios forestales. Un monte seco en verano es gasolina, en Galicia ya hemos lamentado episodios así a lo largo de las últimas décadas.

El investigador, con respecto a las lluvias, cree que no hay todavía un patrón «contundente» de cara a los próximos años, pero sí con la temperatura. «En los termómetros sí se ve una tendencia clara de aumento, tanto en las máximas como en las mínimas, sobre todo en las últimas décadas desde los 80». En esta década es crucial para reducir las emisiones, señala, para evitar que la temperatura aumente más de dos grados con respecto a la media preindustrial. De sobrepasarlos, los escenarios son los más pesimistas: podrían desaparecer los arenales del litoral gallego por la subida del mar, y las lluvias serían mucho más torrenciales, dejando largos periodos de sequía que afectarían al suministro de agua y avivarían los incendios.

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