Nuevo libro

Romasanta: todo lo que se llevó a la tumba

Un libro editado por la Diputación de Orense repasa las andanzas del «Jack el Destripador gallego» y analiza su caso, lleno de incógnitas, desde una perspectiva multidisciplinar

Reconstrucción del rostro de Manuel Blanco Romasanta, incluida en «Romasanta. Historia real de una leyenda» CEDIDA
Pablo Pazos

Pablo Pazos

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Romasanta . Manuel Blanco Romasanta. Un nombre que provoca escalofríos. Y una suerte de fascinación, si se quiere, morbosa. El hombre lobo. El home do unto, el sacamanteigas. « Es el equivalente en Galicia y en España a Jack el Destripador », sintetiza Roberto Bustillo, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Vigo y divulgador histórico. Junto a Pepe Domínguez se ha encargado de coordinar el volumen «Romasanta. Historia real de una leyenda», editado por la Diputación de Orense . Un libro en el que han participado periodistas, juristas, policías, psiquiatras y forenses en el «mayor esfuerzo multidisciplinar» en torno a este caso. Con una primera parte que recoge lo que se sabe de los hechos de forma cronológica y sistemática. Y una segunda con estudios complementarios.

«¿Qué hace que Jack el Destripador sea tan fascinante?», retoma Bustillo su analogía en charla con ABC. «El misterio. ¿Qué es lo que sabemos de él? Muy poquito. Ni siquiera sabemos por qué lo hizo, ni quién era. No sabemos prácticamente nada». Sí se sabe quién era Romasanta, pero le envuelven igualmente las brumas del misterio, un siglo y medio más tarde. «Hay mucho que nunca vamos a saber, porque se lo llevó con él a la tumba», asegura Bustillo. Y sentencia: « Si fuera anglosajón sería muchísimo más conocido a nivel mundial. Pero es gallego, y orensano . Nació en un pequeño pueblecito».

El Orense rural del siglo XIX era el coto de caza de Romasanta CEDIDA

Ocurrió el 18 de noviembre de 1809, en Regueiro, municipio de Esgos. Sus andanzas tienen como epicentro el Orense rural del XIX. Por eso no se organizan tours como en Londres, con sus populares recorridos por el East End, tras los pasos de Jack. Y no es por falta de ingredientes. « Tuvo una vida de misterios ya antes de los asesinatos » por los que fue condenado a «muerte en garrote» -conmutado por la Reina Isabel II a cadena perpetua-, apunta Bustillo. Crímenes por los que se ha ganado un hueco en la historia y el imaginario colectivo. Incluido el celuloide, con los rasgos de Julian Sands -quien no se parece en nada a Manuel Blanco, si damos por buena la reconstrucción que ilustra esta página-, junto a Elsa Pataky en «Romasanta: La caza de la bestia».

Apenas se encontraron unos huesos de todas las supuestas víctimas de Romasanta CEDIDA

El primer «serial killer» de la historia de España mató, supuestamente, más que el Destripador (nueve frente a cinco). Y tiene a su juicio el envoltorio sobrenatural, mágico, que le confirió su argumento de que se transformaba en lobo en el momento de matar a sus víctimas. «En realidad, nadie sabe por qué mato a esas personas», precisa Bustillo, quien recuerda que también se desconoce su «modus operandi». «¿Los estrangulaba? ¿Los atacaba con arma blanca? No se sabe. Él decía que los despedazaba a mordiscos». ¿Actuaba solo o acompañado, como afirmó, junto a otras «dos personas que se convertían en lobo como él? Nunca quedó aclarado». Es más, « incluso se puede llegar a dudar de que haya matado a esas personas ». Porque todo lo que apareció fueron unos restos óseos, supuestamente de la cadera de una mujer. Nada más.

«Sabemos mucho y sabemos poco, y cuanto más se investiga, surgen más dudas », incide Bustillo. No en cuanto a la licantropía, origen del morbo del caso Romasanta y que ya en la época se abordó como una cuestión de la mente del acusado; a pesar de que la psiquiatría estaba aterrizando en Galicia. «Estaba haciendo lo que tantos delincuentes han tratado de hacer a lo largo de la historia para eludir la acción de la justicia: fingirse loco». Las dudas son otras. «¿Por qué mató a esas personas? No lo vamos a saber jamás. ¿Cómo las mató? No lo vamos saber jamás, solo lo sabe él». « Los grandes misterios, el porqué y el cómo, eso no lo sabremos jamás », augura Bustillo.

¿Final en Ceuta?

Sí ha lugar a que se vayan despejando otras incógnitas. Como la definitiva, no por determinante, sino por ocupar el último lugar en la trayectoria vital de Romasanta: la de su muerte. Durante décadas la leyenda se alimentó con especulaciones sobre su destino tras regresar a la prisión de Celanova. ¿Había huido o se le había ajusticiado «a hurtadillas»? Recientemente se documentó que de Celanova pasó a La Coruña. Y hay una «hipótesis muy verosímil», apoyada en noticias en prensa de la época y otros estudios, que situarían a Romasanta exhalando su último aliento en el penal de Ceuta , adonde habría llegado vía Cádiz. ¿Acaso fue una «cortina de humo»?. De nuevo, la incerteza, porque «tampoco tenemos su cadáver ni su tumba».

Sumario de la causa contra Manuel Blanco; acabó condenado a cadena perpetua CEDIDA

Misterios que suponen todo un acicate para los investigadores. Difícil, hoy, averiguar cómo hizo lo que hizo. Pero se puede colegir el porqué. Un forense del prestigio de Fernando Serrulla se zambulle en los enigmas abiertos de Manuel Blanco. Un tipo «muy inteligente y muy astuto, que sabía leer y escribir», lo que le otorgaba una «ventaja competitiva» en un entorno rural, desgrana Bustillo. Serrulla colabora en el libro con un estudio donde recoge que « posiblemente era un psicópata con la suficiente inteligencia como para robar durante años sin ser descubierto y que posiblemente mataba para ocultar sus robos, que no existía en realidad ningún instinto asesino».

Había, pues, «un móvil». «Posiblemente tenía una necesidad de mejorar su estatus económico en la difícil España rural decimonónica». Por eso se ofrecía a trasladar a sus víctimas (las «colocaciones»), que luego desaparecían. A sus familias les entregaba cartas falsificadas. «Es posible que el análisis grafológico de estas cartas y de otros escritos pueda aportar más datos a la investigación», apunta. No se aprecia «un patrón determinado» de víctimas, lo que « habla más a favor del crimen basado en la oportunidad (...), aunque sin duda organizaba los robos y posiblemente también los asesinatos». Y «no es posible descartar el móvil sexual». En último término, conjeturas. Las respuestas siguen ahí, ocultas. Como el cuerpo de Romasanta.

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