Juan Soto - El garabaton del torreón

También las ferias

La Covid también ha asestado su estocada letal a algo tan identificativo y tan peculiar en la vida de Galicia como las ferias

Aún no va un año desde que la pandemia se enseñoreó del mundo y ya se ha llevado por delante certezas que creíamos absolutas y principios que considerábamos irrevocables. Y ha dado al traste con costumbres que configuraron nuestro modo de ser y que soportaron, apenas retocadas, el paso de los siglos.

Estamos hechos a la idea de que casi nada volverá a ser como lo conocimos , porque lo que sopla ahora no es el viento de la historia (un «aire siempre de viaje», se lee en el poema de Octavio Paz), sino «un huracán que barre el mundo», como dijo el Papini de sus últimos días, cuando, perdido el uso de las piernas, de los brazos, casi ciego y casi mudo, todavía se sentía «alzado en el inmenso mar de la vida».

Pienso en todo eso cuando hago cuenta de que la Covid también ha asestado su estocada letal a algo tan identificativo y tan peculiar en la vida de Galicia como las ferias, si bien no niego que desde hace años estaban menguadas y tocadas de ala. Escribo en vísperas de la de Santos, en Monterroso, el gran feirón de Galicia. Si por fin llega a celebrarse, ya sabemos que será bajo la severidad del protocolo sanitario: «numerus clausus» para reses, feriantes y puestos. O sea, una feria achicada. Y lo mismo le sucederá, cuando Difuntos, a su hermana menor, la de Gontán, en el Abadín de Iglesia Alvariño.

Galicia sin ferias es otra cosa. Porque no estamos hablando solamente de modos comerciales singulares, sino de costumbres que en muchos casos tienen a sus espaldas varios siglos . Además de las dos mencionadas, pienso ahora, por ejemplo, en As San Lucas, con la caballería sacando chispas al empedrado a la plaza de la catedral de Mondoñedo, y en sus compoblanas de As Quendas, cuando mayo entibia la alameda de Os Remedios; y en As Maulas de Galdo y en las ferias de Meira y de Castro de Rei, las dos ferias que despuntan en el «Non chores, Sabeliña» de Trapero. Vendrá luego, cerca de la Nochebuena, la «Feira dos capóns», en Vilalba. Vendrá… si viene. Y aunque venga ya no será la feria de siempre.

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