Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN

Faltan caras

Los gallegos echamos de menos en esta improvisada pinacoteca rodante del popart las veras efigies de algunos presuntos delincuentes

Juan Soto
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Pasó por Galicia el autobús del odio y hete aquí que la gente, siempre tan picajosa, ha echado de menos algunas ilustres jetas en la carrocería ambulante. Entregado a sus múltiples obligaciones redentoras, el podemismo no ha tenido tiempo a completar la galería de tiro, e incluso ha tenido el detalle de prescindir de la diana, ese símbolo tan expresivo cuando se quiere señalar el objetivo a batir, o se intenta practicar la caza del mayor.

El caso es que así, en medio de las prisas, los gallegos echamos de menos en esta improvisada pinacoteca rodante del pop-art las veras efigies de algunos presuntos delincuentes, tan delincuentes y tan presuntos como muchos de los que aparecen en el armazón multicolor del cómic itinerante.A uno le hubiera gustado ver entre la hedionda cuadrilla de los de la casta al defraudador Echenique, y a Ramoncito el de la plusvalía a costa de una vivienda social adjudicada a dedo, y al candidato pacense implicado en un delito de corrupción de menores, y al olvidadizo Monedero de los 400.000 dólares (gentileza del Gobierno venezolano, of course) no declarados a Hacienda, y al descuidado Errejón, ese sagaz politólogo que tuvo el generoso detalle intelectual de beneficiarse de una beca de 1.800 euros, adjudicada por la Universidad de Málaga para llevar a cabo un trabajo que jamás realizó.

Para su paseo por Galicia, en vez de uno cualquiera de esos caretos el chekabus colocó en su luna delantera a Núñez Feijóo, pero no se ha tomado la molestia de decirnos en que delito considera incurso al presidente de la Xunta, lo cual nos hace suponer que la muchachada de Iglesias Turrión nos toma a los gallegos por tontos. Si quieren piezas de caza, a lo mejor no les vendría mal un ojeo por Santiago, Ferrol y La Coruña, ciudades en las que podrían localizar a algún concejal de vitola podemita que se ha revelado como experto en prevaricaciones y perito en el arte de vivir sin trabajar. Porque suponemos que cualquiera que cobre del erario y no pegue palo al agua también merece reprobación publica. ¿O es que los inquisidores del tramabús conceden bula exculpatoria a quienes llevan dos años abrochando nómina municipal y todavía no han demostrado ni capacidad, ni preparación ni voluntad laboral? Que lo digan.

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