Vinos

La «edad dorada» de los espumosos gallegos

Sus ventas se han quintuplicado en los últimos siete años, en parte debido a la contracción de los productos de origen catalán

Un viñedo en el municipio orensano de Beade, en una imagen de archivo CEDIDA
Miguel Ruiz de Arcaute

Miguel Ruiz de Arcaute

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Cava o champán . El duopolio de opciones a la hora de elegir con qué bebida brindar en la infinitud de comidas y cenas durante los días de Navidad lleva ya décadas arraigado en España. La inmensa popularidad de la que ambos gozan hace que miles de ciudadanos, ya sea por tradición, por desconocimiento o por mera inercia, no se lo piensen mucho a la hora de escoger qué vino espumoso echan a su cesta. En función del presupuesto disponible –cava como alternativa algo más barata que el champán, por norma general y salvo excepciones– los consumidores vacían estos días los anaqueles de los supermercados mientras otras marcas quedan muy rezagadas en términos de ventas.

Algunas de ellas, sin embargo, empiezan poco a poco a despuntar. Es el caso, por ejemplo, de los espumosos gallegos, que, a pesar de las exorbitantes dificultades para abrirse paso en un mercado eminentemente bicéfalo, han conseguido ir haciéndose un pequeño hueco con el paso del tiempo. Aunque su breve trayectoria se encuentra todavía a años luz de los dos gigantes, varias decenas de bodegas de toda la Comunidad se han ido sumando en los últimos tiempos a la apuesta por la elaboración de este tipo de vinos. Y no les va nada mal, por el momento. Solo las productoras amparadas por la Denominación de Origen Rías Baixas cerrarán el año con un total de 130.000 botellas vendidas, el equivalente aproximado a los 90 o 95.000 litros. Entre todas, serán más de 100.000. O lo que es lo mismo, un 550 por ciento más que hace siete años , cuando se avinieron a probar suerte por primera vez.

«No podemos hablar de picos de ventas, pero sí que estamos teniendo un crecimiento sostenido, gradual y pausado », explica Agustín Lago, director técnico del Consejo Regulador de la D. O. Rías Baixas, una de las tres –junto a Ribeiro y Valdeorras , ambas en mucha menor medida dada su capacidad– que han apostado por ellos. Aunque la producción de espumosos gallegos se remonta a hace casi un siglo, no fue hasta 2012 cuando los primeros se empezaron a comercializar bajo el paraguas de la denominación costera. Hoy, son ya 16 las bodegas que lo elaboran de las 180 que configuran la entidad. En total, operan 24 marcas distintas. Y la intención, como no podía ser de otra manera, es que ese número siga creciendo.

Pero, ¿por qué esa apuesta? «En su día fue iniciativa del propio sector, porque ya había alguna experiencia sin el amparo de la D. O. que estaba teniendo éxito. Así pues, se encargó un estudio para comprobar cuál era la capacidad espumante de esas elaboraciones con nuestras variedades y se vio una oportunidad. A partir de ahí, el resto fue observando la evolución y poco a poco se fueron uniendo», resume Lago, que recuerda al mismo tiempo que el buque insignia de la casa ha sido siempre y sigue siendo el vino tranquilo.

Crisis catalana

La batalla contra el cava, como es lógico, se antoja prácticamente imposible de ganar. La bebida catalana cuenta con una implantación inimaginable para los caldos gallegos, y sus cifras (245 millones de botellas vendidas el año pasado) resultan una mera ensoñación para el producto regional. Sin embargo, el ligero pinchazo que los productos de origen catalán han registrado en los últimos años –solo en 2016, un año antes del referendo ilegal, las ventas se contrajeron un 0,8 por ciento debido al «boicot»– se ha hecho notar en algunos sectores. Y, en el caso de los espumosos, todo apunta a que esa movilización social ha beneficiado a la elaboración autóctona y a su cuenta de resultados en el mercado de la Comunidad.

El cava sigue siendo la preferencia por antonomasia, pero los locales han ido ganando enteros. Desde Rías Baixas, no obstante, tratan de minimizar el impacto: «Puede que para algunos el ambiente social que se vive ahora en Cataluña sea una razón de compra, pero no es la que nos interesa . Al final, no es más que una situación coyuntural, y en el momento en que desaparezca será más importante competir por que valoren tu producto y eso permita que haya futuro», valora Lago.

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