Entrevista

Antonio Pampliega: «Los gallegos también cruzamos el mar en patera, pero se nos ha olvidado la historia»

El reportero de guerra ha estado 12 veces en Siria y otras zonas de conflicto, como el Congo, Colombia o Afganistán

La Coruña lo acogerá el viernes, en una ponencia presencial y online para el Congreso Lo Que De Verdad Importa

Antonio Pampliega, en una ponencia para LQDVI hace dos años Manuel Gómez

Aldara Diéguez

Antonio Pampliega es nacionalmente conocido como el periodista que estuvo 299 días secuestrado por Al Qaeda . Vendido a los terroristas por su traductor, ha ido 12 veces al país desde el estallido de la guerra, varias a Afganistán, el Congo, Perú o Colombia, cobrando lo justísimo para mantenerse y firmemente convencido de que « hay que ir, porque alguien tiene que contarlo ».

Liberado el 8 de mayo de 2016, llega a La Coruña este 28 de mayo para participar en el XII Congreso Lo Que De Verdad Importa , un ciclo de conferencias presencial y online organizado por la fundación homónima sin ánimo de lucro. A su lado estarán Lola Fernández Ochoa , esquiadora profesional, y Alejandro Gómez ‘Tuco’ , quién lucha contra un cáncer y una esclerosis múltiple.

Pampliega explica y proyecta imágenes que el mismo ha tomado a lo largo de sus viajes Manuel Gómez

Han pasado 5 años desde tu liberación. A raíz de eso, has participado en multitud de conferencias, proyectos, has escrito un libro… ¿echas de menos algo de tu vida presecuestro?

El secuestro me cambió la vida totalmente, para bien y para mal. Para bien, porque me hizo valorar la vida o pequeñas cosas como la familia, que las tenía un poco de lado. Para mal porque ya no viajo tanto a zonas de guerra, y se echa de menos. Aunque esté mal decirlo, mi trabajo es ver el sufrimiento de los demás. Yo antes podía estar cinco, seis meses fuera de casa. Pero también te puedo decir que ningún reportaje merece la vida de ningún periodista.

En enero de este año subías un post a Instagram desempolvando las imágenes de Siria. ¿Qué es lo que te lleva a querer volver a ver esas imágenes?

Al final los reporteros de guerra somos los ojos del mundo. Si nosotros no vamos no se sabe lo que está pasando fuera. Uno de los motivos por los que volvía a Siria era porque me decían «por favor, muestra al mundo como nos están matando». Tenemos un compromiso social. Es nuestra forma de ayudar: intentar, a pesar del dolor, aportar nuestro granito de arena.

Eres uno de los ponentes más llamados por escuelas y programas. ¿Qué impacto crees que tienes en quién te escucha?

A raíz de mi trabajo les cuento la historia de personas que sufren, para que entiendan por qué alguien se lanza a cruzar el mar en patera. Porque nosotros, especialmente los gallegos, también lo hicimos, pero se nos ha olvidado la historia. La misión del reportero es esa, intentar abrir los ojos y remover conciencias, porque esos chavales que te escuchan son los profesionales del futuro. Tienen que saber en el mundo en el que viven, no de espaldas a él.

Noticia de 1949 que suele enseñar Pampliega en sus conferencias

Hace poquito ha nacido tu primera hija Ariana y tu vida ha dado un vuelco de 360 grados. ¿Qué ha supuesto para ti?

Una responsabilidad que hasta ese momento no tenía, y también un paso atrás a la hora de trabajar sobre terreno. Piensas que ahora eres responsable de otra vida. Yo pienso que tuve suerte en el secuestro, porque no todos salen. Si me secuestran de nuevo y no vuelvo, ¿qué va a ser de ella? ¿Se merece Ariana que yo sea tan egoísta?

¿Cómo le contarás a tu hija todas las historias que has vivido?

No sé como afrontar la historia del secuestro, como es tan pequeña... Lo que sí me gustaría contarle es sobre todos esos niños que no han tenido la suerte de nacer donde ella ha nacido, y que con 5 años empezarán a trabajar y ni siquiera podrán ir a la escuela.

Estoy preparando un proyecto para cuando vuelva a viajar, llamado ‘Los niños perdidos’. Lo que quiero hacer es una recopilación de historias de niños, conocerlos, regalarles un juguete de Ariana y a través de la historia y el juguete unir a Ariana con esos niños y que ella entienda, y sobre todo valore, quién es, dónde está y lo afortunada que es.

¿Te gustaría que tu hija siguiera tus pasos?

Me gustaría, me gustaría mucho. Quizá reportera no, por como está la situación laboral, pero por ejemplo, que estudiara medicina y que el día de mañana se fuese de cooperación a algún país extranjero, me encantaría. De hecho me gustaría irme con ella, a cubrir su trabajo.

¿Para qué reportaje te has tenido que preparar más?

Para uno que hice en 2018, que era sobre matrimonio infantil en Afganistán. Sentarte delante de pederastas que violan a niñas, aunque ellos digan que son sus mujeres, y quedarte con la sensación de «me tengo que ir de aquí sin poder hacer nada», sabiendo que al irte van a empezar a violarlas… tienes que entender que el trabajo de reportero es contarlo y no salvar a nadie. Lo único que pedí en Pasaporte Pampliega fue no hacer más temas de violadores y pederastas. Con estas cosas no me siento bien, no sé cómo voy a reaccionar.

Y luego también me tuve que preparar para lo que vi en Siria, los hospitales de la ciudad de Alepo. Lo haces con psicólogos y mucha experiencia.

El reportaje que guardas con más cariño es…

El que estoy haciendo justo ahora, sobre los diez años de la guerra de Siria. Va a ser contada a través de Yusef, que fue traductor durante muchísimos años en terreno. En 2012 conoce a Gala, su mujer y madre de sus cuatro hijos. Se conocen por Facebook, pero la situación es que él pertenece al bando rebelde y ella apoya al régimen de Bashar al-Assad. Saben que se gustan, pero no pueden ir contra sus principios. Y entonces, Yusef le invita a cruzar la línea para que Gala vea lo que está ocurriendo y ella decide quedarse, renunciar a su familia, a la calidad de vida que tenía... a ver si para 2022 sale. Se llama 'Primavera en Siria'.

Es un nombre casi irónico.

Sí, porque todo empezó con la primavera árabe, es un juego de palabras con la primavera, el amor…

Recuerdo ir a una ponencia tuya y volver a casa con una sensación de ‘no me puedo quejar’, de que me daba asco dormir esa noche en mi casa privilegiada. Después de 12 viajes a Siria, otros tantos a Afganistán, América Latina… ¿qué sientes cuando vuelves a casa?

Lo mismo que sentiste tú. Que soy un afortunado sin derecho a quejarme. Pero de todas formas, sé cual es mi lugar en mi mundo, y mi lugar en el mundo que es estar aquí. Si vas a una conferencia mía y luego se te olvida, no tiene mucho sentido. El objetivo es que recuerdes lo afortunado que eres, porque los tiempos cambian. Ahora estamos aquí, pero hace 80 años nuestros abuelos se estaban matando, y es posible que vuelva a ocurrir. Sobre todo es eso, que la gente entienda y empatice.

Hace unos años trabajaste para Cuatro en Pasaporte Pampliega. ¿Qué implicaba ir con contrato y no como freelance a la hora de cubrir una información?

¡Buf! Que se te abriesen todas las puertas. No hay periodistas buenos y malos, hay periodistas con dinero y periodistas sin dinero. Esa es la diferencia entre quién tiene acceso a las mejores historias. Si no te puedes costear un buen fixer, tu trabajo luce menos porque no puedes dar ese paso de calidad, a menos que estés sobre terreno muchísimo tiempo, que es lo que hicimos nosotros, y al final te lleven con ellos porque ya te consideran uno más. Yo dormía en casa de Yusef y no pagaba nada porque era uno más, porque me consideraba su hermano. Tener contrato y dinero es una tranquilidad que no tienes nunca, porque siendo freelance tienes que mirar hasta el último euro y minimizar los gastos. Con lo que costaba Pasaporte Pampliega, podría haber dado yo cinco vueltas al mundo.

¿Hay más censura?

No me han censurado, sí he seguido una línea que muchas veces yo no hubiese seguido. Con una persona que tiene experiencia en estos temas, no puedes arrinconarla y que sea un busto parlante, que era lo que yo sentía presentando Pasaporte Pampliega.

¿Cómo le dices a tu familia, al volver de Siria, que te marchas a grabar a Irak?

Ellos sabían quién soy. Cuando volví del secuestro, me pidieron tiempo, y les di cinco meses. Aunque hoy sea padre, saben que me volveré a una zona de guerra. Están acostumbrados, solo esperan la decisión. Imagino que lo que harán será armarse de paciencia.

Recuerdo que cuando fui a tu ponencia, tu mantra era «Visibilizarlo y denunciarlo, porque no puedes luchar contra lo que no se ve. Lo que no se ve no existe». ¿Has tenido la sensación de que aún con tu trabajo, no se conseguía esa visibilización?

Muchas veces sí, En 2011 estuve en una cobertura de Afganistán, para la que pedí un crédito de 10.000€ y no vendí nada. Y decías, ¿qué estoy haciendo con mi vida?

Luego está Siria, que nos robó la inocencia. La gente te está diciendo que hagas fotos de sus hijos, sus padres, sus hermanos muertos para que el mundo lo vea, y al mundo le da igual. ¿Cómo le dices luego a esa señora que a occidente le importa más que Cristiano se haya comprado un coche que la muerte injusta de tu hijo? Al final lo asumes y dices, no voy a cambiar el mundo, pero lo voy a documentar para que esté escrito, y luego los vencedores no escriban la historia como les dé la gana.

Se dice mucho que solo nos acordamos del trabajo de los reporteros de guerra cuándo os pasa algo malo…

Sí, es verdad. Se supo quién era Antonio Pampliega cuando me secuestraron. Pero Pampliega había estado diez veces en Siria, en Ucrania, en Afganistán… Mi trabajo había pasado desapercibido. Ahora, me secuestran, sale el libro y soy el nuevo gurú del periodismo. El secuestro ha sido de todo menos una lección de periodismo, pero te lo tengo que contar para que se valore. No puede ser. Si soy bueno ahora, también lo era antes.

Antonio Pampliega siempre va a ser recordado como ‘el hombre secuestrado por Al Qaeda’. ¿Como te gustaría a ti que te recordaran?

Pues no sé, como un periodista que intentó cambiar el mundo. O no sé, comprometido, comprometido con aquellos que sufren. Así me gustaría que me recordasen, por mi trabajo.

¿Qué tal el confinamiento?

[Ríe] Para mí el confinamiento ha sido como un paseo. Es complicado, pero si lo comparas… no hay por qué quejarnos. Como dice mi madre, tenemos problemas de gente sin problemas.

Tu último proyecto ha sido Regueiros, que persigue la realidad de la pandemia en Galicia a través de la mirada de Cruz Roja. ¿Cuál fue la historia que más te emocionó?

Me emocionó mucho conocer a Manuel Pinillo, un hombre que vivía en situación de calle. Ver esa realidad a través de los ojos de alguien que vivía en la calle, que no tenía amigos… Volvemos a la relatividad: ¿ha sido duro el confinamiento? Pues imagínate para él, que estaba todo cerrado y no tenía a dónde ir. Menos mal que estaba Cruz Roja, y el Concello habilitó un albergue. Que hubiera hecho, sin la ayuda de toda esta gente. También te acabas dando cuenta de que aunque él lleve 15 años viviendo en la calle, quiere lo que queremos todos: una vida en pareja, alguien que te escuche… no estar solo. La soledad es uno de los mayores castigos que hay, y no somos conscientes.

El Régimen de Marruecos está utilizando como moneda de cambio a su propia población, abriendo la frontera con Ceuta, para demostrar fuerza después de la crisis diplomática con España con el líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. ¿Cuál debería ser la actuación del Gobierno de España?

Es un conflicto bastante complicado, es un vecino incómodo pero es un vecino con el que tienes que entenderte. Para eso está la diplomacia. Sobre todo, cuando tienes vecinos como Marruecos, que cuando se cansa o se enfada, usa a los inmigrantes, porque le dan exactamente igual, como moneda de cambio. Esto lo ha aprendido también Erdoğan [presidente de Turquía]. Intentó llegar a acuerdos con la UE, la UE le dijo que no, y entonces tiró a los inmigrantes al Egeo y a la ruta de los Balcanes. ¿Qué hizo la UE? Darle cuatro mil millones de euros. No te digo que cedamos en todo, pero hay que sentarse. Hay que entender los porqués, porque al final los inmigrantes son los más espoleados.

¿Debería asumir responsabilidades la UE en los ataques israelitas?

La UE está dejando morir a miles de personas en el Mediterráneo. Igual que Naciones Unidas. Siempre que pasa algo, Naciones Unidas dice que están profundamente consternados. La ONU y la UE son una mentira, no sirven para nada. Sí, que tienen un Nobel y un Princesa de Asturias, pero insisto, ¿cuánta gente muere en el Mediterráneo? Por supuesto que se tienen que implicar, por supuesto.

¿Por qué el conflicto de Palestina nos interesa más, como sociedad, que el de Yemen?

Tenemos más interiorizado Palestina porque llevamos así desde 1947, porque Jerusalén nos importa como cristianos, porque con Israel tenemos mucho en común y por la prensa. Cuando cae un petardazo en Palestina hay miles de periodistas, en Yemen no hay ninguno. Entonces, no existe.

¿Por qué para la guerra de Irak en 2003 hubo manifestaciones y para la de Siria, que ha sido mil veces peor, no? Por la prensa. En la guerra de Irak lo que estaba guay era ir contra Aznar. Por qué no nos interesa Siria, por que no es una guerra del PP? Sólo se manifestó IU cuándo EEUU bombardeó. Dependiendo de quién bombardee, también nos interesa o no.

¿El Covid ha hecho que se nos olvidase el resto de problemáticas y conflictos del mundo?

El Covid se lo ha comido todo. Hasta el fútbol. La culpa no la tiene la ciudadanía, la tienen los medios de comunicación. Cubrimos el Covid en casa, en EEUU y la UE como mucho. ¿Tú sabes como lo están pasando en el Congo o en Afganistán? Ni idea, porque no aparece. Solo tienes que ver a mis compañeros. No están haciendo nada, están cubriendo Covid, porque si ya antes no vendían los conflictos del mundo, imagínate ahora.

¿Se le falta el respeto a los que viven una guerra cuando aquí se habla de la guerra contra el Covid?

Sí, yo es una cosa que no entiendo. Primera línea, guerra contra el Covid… a la población le impacta mucho, pero hay que tener un poco de respeto. No desmerezco el trabajo de los sanitarios, pero usar un lenguaje guerracivilista en todo es contraproducente, una falta de respeto. Si aquí hablamos de primera línea de guerra contra el Covid, imagínate los de allá. En Gaza están sin luz operando y amputando. Es que no nos podemos comparar con esta gente.

Las inscripciones para ver a Pampliega ya están disponibles en la web de la Fundación Lo Que De Verdad Importa . La conferencia, que se podrá seguir de manera online en la propia web, se realizará mañana viernes en la Fundación María José Jove, en La Coruña, desde las 9:30h de la mañana.

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