Juan Soto - El garabato del torreón

Algo sobre el músico Antonio José

Galicia debe al compositor burgalés «a súa mellor presencia no eido do piano moderno», para decirlo con palabras de Ramiro Cartelle

En medio de la insufrible zarabanda catalana acaba de colarse una de esas noticias que nos devuelven el placer de abrir las páginas del periódico sin temor y sin horror: el estreno, con carácter mundial, de la ópera «El mozo de mulas», del compositor burgalés Antonio José, fusilado en los aterradores días de octubre de 1936. El papel da cuenta de la emoción del público que abarrotó el auditorio de la caital castellana.

Como los gallegos andamos mal de memoria y aún peor de instrucción musical, no es extraño que el nombre de Antonio José se nos escape del repertorio autóctono, copado por la fatigosa reiteración de la media docenita de los autores indígenas de siempre. Y sin embargo, Galicia debe a Antonio José «a súa mellor presencia no eido do piano moderno», para decirlo con palabras de Ramiro Cartelle , el pianista y compositor coruñés (17 años de su fallecimiento se cumplieron la semana pasada) que estudió, con lucidez y rigor ejemplares, la vida y la obra del autor burgalés.

Sólo de modo muy esporádico asoma la «Sonata Gallega» de Antonio José («cancioncilla», la califica modestamente su creador) en las temporadas de conciertos. Así, de repente, únicamente nos viene a la memoria el nombre de José Luis Bernaldo de Quirós entre los pianistas que la mantienen en repertorio. Y a él le debemos la única grabación discográfica que conocemos. Quizá existan otras, pero nos son desconocidas.

La pieza de Antonio José fue la ganadora del certamen convocado en 1927 por la entonces ya veterana Sociedad Filarmónica coruñesa para premiar una partitura gallega para piano. Desde el mismo fallo del concurso, el silencio, el ninguneo y la incomprensión arrinconaron la obra . De tales vicisitudes y de otras muchas, ilustrativas todas ellas de la inveterada inopia musical de Galicia, da cuenta el propio compositor burgalés en una interesantísima carta escrita a José Subirá en otoño de 1931. Quien ahora la lea caerá en la cuenta de que entre nosotros y en lo que a instrucción musical se refiere, las cosas han cambiado, sí... pero no tanto. «En Galicia, como si tal obra no se hubiera escrito: nadie la conoce», se lamentaba el compositor. Son palabras que podrán hacer suyas los muchos jóvenes creadores gallegos que sueñan ahora con encontrar editor o intérprete para sus partituras.

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