Versos sueltos

El verso suelto en política es un rara avis, es aquella especie, que se podría decir, que él se lo guisa, él se lo come. Gana un espacio, y un peso, político por sí solo. Normalmente sin padrinos, otro rara avis, ni favores de ningún tipo.

En estos últimos años he tenido el placer de trabajar y también conocer a dos de ellos. Por un lado, en las filas socialistas a Toni Gaspar , alcalde de Faura y en la actualidad presidente de la Diputación de Valencia. Que para recordatorio de nuestros lectores hace cuatro años se enfrentó a Ximo Puig por la Secretaria General del PSPV. Era el candidato contra el «establishment».

En las filas populares podemos hablar de Juan Ramón Adsuara . Entró en política sobre el año 2009, como afiliado de base en Alfafar, proviniendo del mundo de las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos local y toreando con éxito en la difícil plaza de Alfafar, históricamente un bastión socialista dentro del cinturón rojo de l'Horta Sud. Ahora es el principal alcalde del Partido Popular en toda la provincia de Valencia, el único que supo resistir la embestida electoral de 2015.

Gaspar fue haciendo camino, revalidó su alcaldía en su municipio, una vez más, con un 64% de los votos y con siete de los once concejales del os que se compone su Consistorio. Fue nombrado vicepresidente de la Diputación y con la controvertida cartera de “toros”, que parecía que el nuevo gobierno de izquierdas esquilmaría a las primeras de cambio. El movimiento se hace andando y con sentido común. Tres años después, la Diputación sigue tratando el tema taurino como siempre y nadie se ha rasgado las vestiduras. El tiempo y la situación jurídica de Jorge Rodríguez , con la explosión del caso Divalterra, le ha colocado de manera transitoria presidiendo la institución provincial. Toda una garantía.

Adsuara , por su parte, no revalidó su mayoría absoluta por menos de cuarenta votos. Gobierna en la actualidad con un concejal de Ciudadanos. La legislatura anterior marcó buenas relaciones con Esquerra Unida y en la actual las mantiene también con los dos concejales de Compromís. Rara avis, porque marca un discurso propio y cuando tiene que ir a Madrid o a Europa a reclamar lo que es justo para su municipio acude, independientemente de que gobierne quien gobierne una u otra institución y acompañado de alcaldes vecinos independientemente del color de sus siglas. Al final, el “cachete” que le puede dar su propio partido se cae siempre por su propio peso .

La autenticidad se mide por tener proyecto y discurso propio. Es cierto que las siglas en muchos casos son un respaldo y en otros una rémora, pero la valía personal está por encima siempre. El no ser parte de ninguna cuota te da un aire de libertad, y de oxígeno, que no tiene precio en estos momentos políticos, y es de agradecer. La ciudadanía reclama políticos que conozcan sus problemas y que pisen la calle. La política es un paso de servicio y si va acompañado de algo de ilusión, pues mejor todavía .