Toni Subiela - Peus de plom

Turismo por todo

«El riesgo o las consecuencias de cualquier iniciativa que intente controlar el flujo natural de turistas hacia nuestra tierra podría ser letal e irreversible»

Me cuesta comprender las razones por las que las alcaldías llamadas del cambio , es decir, todas aquellas que están entre nacionalismos, localismos y cualquier agrupación púrpura, tienen esa aparente animadversión hacia el turismo en general.

Tengo la impresión de que Valencia, a pesar de todo esto, espera con los brazos abiertos a quienes la visitan, a cualquier persona que decide pasar en nuestra tierra sus vacaciones con esa parte de los ahorros salidos de su trabajo, ¿hay algo más sano que eso?

¡Faltaría más! Restaurantes, tiendas y tantos profesionales de tantas empresas dependiendo su futuro de quienes quieren perderse por nuestros parques, playas o paseos. Siempre me ha dado pena ver cualquier domingo las calles de Valencia vacías o los bares cerrados. ¿Nos vamos a quejar ahora de ver sus terrazas con gorritas de crucero, paellas y cámaras de fotos?

Con un comercio mayoritariamente en régimen de autónomos , se necesita dinamización de nuestras ciudades, no frenos que impidan su crecimiento. En estos momentos en nuestro país no se ha llegado, ni mucho menos, a la saturación de otras grandes ciudades europeas que, sin embargo, continúan atrayendo a más turistas.

A falta de políticas públicas e incentivos fiscales que desarrollen nuestra industria, con una agricultura que sufre una reconversión globalizada brutal, el sector servicios y el turismo pasa a ser el sostén anti oscilaciones económicas más relevante que tenemos.

Y el riesgo o las consecuencias de cualquier iniciativa que intente controlar el flujo natural de turistas hacia nuestra tierra podría ser letal e irreversible. La situación de la Comunidad Valenciana acusa la falta prolongada de planificación estratégica turística y la caótica gestión de quienes ahora mismo no impulsan nuestra marca hacia el exterior como debieran.

En tiempos inciertos y tristemente con brutales ataques hacia nuestro modelo de vida con una clara intención de erosionar nuestro turismo e imagen internacional, nos queda aunarnos y ofrecer una proyección solvente y atractiva de nuestras costas, nuestra gastronomía, nuestros pueblos y tantos tesoros cerca del mar o de la montaña como tenemos. Nuestra fortaleza es esa apertura en paz al mundo, con orgullo y empatía.

No es el momento (nunca lo será) de espantar a nadie. Es hora de arrimar el hombro y dar nuestra mejor imagen a los demás, a personas buenas y beneficiosas, para que vengan aquí a compartir un bonito y merecido episodio de sus vidas con nosotros.

¿Turismo? ¡claro que sí!

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación