Juan Zumalde - VERLAS VENIR
Dimisión por ridiculez
«Si no se le hubieran caído esas dos cajitas en el bolso, jamás se hubiera convertido en un personaje ridículo»
«La burla y el ridículo son, entre todas las injurias, las que menos se perdonan» , Platón.
En Europa (sin incluir España en el caso) se han dado varios casos de ministros y altos cargos que han dimitido por hacer un corta-pega en sus tesis doctorales y cuestiones similares. Aquí no.
En España, la mala praxis se resuelve en los tribunales si hay materia penal. O eso quiero pensar. Y si no la hay, causa penal, se aguantan carros y carretas hasta que alguien consigue convertir al personaje público en un personaje ridículo.
Este miércoles hemos vivido la situación con Cristina Cifuentes . Ni masters falsos, ni nada. Un par de botes de crema del Eroski . La verdad es que la ya ex presidenta de Madrid se ha convertido en un personaje ridículo en apenas un par de horas.
Ojo. Todo el mérito es de ella. Si no se le hubieran caído esas dos cajitas en el bolso, jamás se hubiera convertido en un personaje ridículo. Pero como estaban ahí, pues lo cierto es que ha quedado demostrado que realmente lo es. Ridícula. Y culpable. Está mucho mejor en su casa.
Lo cierto es que la imagen de una presidenta autonómica en el cuarto de seguridad del super sacando del bolso algo presuntamente robado es insoportable. Como dijo Napoleón , “de los sublime a lo ridículo no hay más que un paso”. Sublime se debía creer ella. Pero un mal paso dado en 2011 la ha hecho ridícula. Hasta la dimisión.
Aquí en Valencia sabemos algo de presidentes autonómicos ridículos que acaban por dimitir por esa condición. Tuvimos el nuestro . Ahora, con el caso de Cifuentes, igual la ridiculez se ha convertido en la primera causa de dimisión entre los presidentes autonómicos españoles.
