El independentismo atesora las urnas blancas con el logotipo de la Generalitat de Cataluña en las que se votó durante el referéndum ilegal del 1-O como uno de los símbolos de la fallida consulta secesionista. En las semanas previas al día de la votación, las especulaciones sobre si habría urnas y acerca de dónde y quién las escondía fueron una constantes en Cataluña.
Finalmente, los participantes en el supuesto «referéndum de autodeterminación» votaron en unas urnas de plástico que llegaron a los «colegios electorales » después de pasar días arriba y abajo, de Francia a las casas de muchos activistas y, de allí, a las mesas. Sin embargo, según ha revelado este martes el exconsejero de Cultura de Carles Puigdemont Lluís Puig (fugado a Bélgica con el expresidente), la Generalitat tenía un «plan B», por si el Estado encontraba las urnas.
«Parece que había un plan B, con urnas de repuesto» , ha señalado Puig tras compartir una imagen de la supuesta urna alternativa que prepararon los responsables de la consulta. A continuación, el exconsejero -quien actualmente trabaja para el Govern a través de un cargo remunerado y de elección directa- lanza una batería de soflamas independentistas: «Votar no es delito», «tampoco las encontraron».
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