Ramon Solsona, autor de esta novela
Ramon Solsona, autor de esta novela - ABC

«Sin los pantanos del Pirineo no habría industria catalana»

Ramon Solsona rinde homenaje a la inmigración que construyó las hidroeléctricas en «Allò que va passar a Cardós»

BARCELONA Actualizado: Guardar
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¿Quién levantó Tebas? ¿Los bloques de piedra los acarrearon los reyes que aparecen en los libros? escribió Bertolt Brecht. En «Allò que va passar a Cardós» (Proa) –en la versión castellana de Tusquets, «Todo lo que sucedió en el valle»– Ramon Solsona (Barcelona, 1950) nos traslada a 1965, valle del Cardós. Entre 1959 y 1974 se canalizaron en aquellas montañas los ríos del Pallars Sobirà para generar electricidad. Miles de personas venidas de Andalucía y Extremadura engrosaron la mano de obra que hizo posible aquel proyecto faraónico. Se trabajaba a más de dos mil metros para captar agua de los lagos de Certascan, Romedo de Dalt y de Baix, Naorte y Closell; una red subterránea de galerías conectaba los caudales de agua que impulsarían las turbinas de las centrales eléctricas de Tavascan, Montanara y Llavorsí.

Las teorías étnico-nacionalistas que aseguran que la inmigración fue una estrategia franquista para descatalanizar Cataluña quedan desmentidas por Solsona: «Sin los pantanos del Pirineo, la industria catalana no habría existido», subraya. Ironías de la Historia: la empresa adjudicataria –los amos catalanes– era Copisa –constructora de Fecsa–, hoy imputada por la financiación ilegal de Convergència.

El asesinato de un guardia civil sirve de arranque al autor para desarrollar una novela coral que aúna las voces de los lugareños y los recién llegados, unos dos mil quinientos trabajadores que huían del hambre.

En un enclave aislado

Con estructura de guión cinematográfico, Solsona topografía un enclave de vivencias: las paradojas de una España donde la Guardia Civil que estuvo combatiendo el maquis y los restos del nacional-catolicismo se enfrentaban al creciente turismo que llegaba por la frontera francesa. El valle de Cardós, hasta entonces aislado, se abría a la convivencia con otros españoles de costumbres y caracteres muy diferentes. «Cuando se acabaron las obras, muchos de aquellos hombres se marcharon de allí... con las ‘pubillas’ que habían enamorado: el Pirineo perdió mucha población», apunta Solsona.

El escritor lamenta que no exista ni una sola placa en los parajes donde aquellos sufridos obreros se jugaron la vida. El poema de Brecht como pórtico de una novela sobre la gente anónima que hizo posible con aquella obra colosal la hegemonía industrial catalana en los años sesenta.

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