Música clásica

Arcadi Volodos, anatomía de un decibelio

El pianista ruso escogió en el Palau de la Música un repertorio que se puede considerar el cimiento de toda su sabiduría musical: obras de Rachmaninov, Schubert y Scriabin

Volodos, durante una actuación reciente Roldán Serrano

Pep Gorgori

El oído humano empieza a captar sonidos a partir de entre 15 y 25 decibelios. Un piano emite entre 60 y 90 decibelios, según la presión que se haga sobre las teclas. En su última visita a Barcelona, el pianista ruso Arcadi Volodos exploró con tesón la franja baja de esos límites , creando una atmósfera que los asistentes van a tardar en olvidar. Una sutilidad que, a golpes de «pianissimo» hizo contener la respiración al auditorio en más de un momento, creando unos espacios de silencio y de intimidad que podían cortarse.

En la inauguración de una temporada suele apostarse por la espectacularidad, pero es una carta que no jugaron los programadores de Ibercamera en esta ocasión. Quien brinda este honor a Volodos sabe de antemano que no va a haber fuegos de artificio. No estamos delante de una Yuja Wang, de una Khatia Buniatishvili o de un Lang Lang. El pianista ruso no pretende demostrar nada. Si acaso, simplemente que hay muchas maneras de bajar las teclas de un piano, y que hacerlo fuerte y rápido solamente es una más de su larga lista de recursos.

Volodos escogió un repertorio que se puede considerar el cimiento de toda su sabiduría musical: obras de Rachmaninov, Schubert y Scriabin, sin la obsesión enciclopédica de presentar colecciones completas como si fuera una obligación, sino escogiendo piezas una por una y engarzándolas hábilmente para llevar al público a su propio terreno.

Así, con la primera Sonata de Schubert y los Momentos Musicales exhibió ya esa capacidad de bajar el volumen hasta lo imperceptible, decibelio a decibelio, junto con un fraseo preciso hasta lo inimaginable. Observar la variedad de registros que exhibe donde otros solamente ven «legato» o «staccato» es una verdadera gozada.

Con todo, lo mejor estaba por llegar. En la segunda parte, Volodos logró rebajar aún algunos decibelios más para interpretar algunas de las páginas más sutilmente complejas de Rachmaninov. Una vez más, los ataques precisos y una rica concepción sonora de las posibilidades del instrumento le llevaron a aportar lecturas frescas e impactantes. Valga como ejemplo el discreto pero tremendamente efectivo rubato en el tema de la sección central del preludio en Do sostenido menor: en la partitura son cuatro simples negras en una escala descendente. En los dedos de Volodos, la tercera de las notas se alargó ligeramente para enfatizar la sensación de avance rotundo hacia el final de la obra.

Con Scriabin cambió tanto el color del piano que si no hubiese estado todo el tiempo delante de nuestros ojos habríamos asegurado que habían cambiado el instrumento. En este repertorio, Volodos se encuentra como en casa. Cinco propinas fueron el colofón del recital: Schubert, Scriabin, Vivaldi y Brahms acabaron de redondear la velada, con el público en pie.

Música: F. Schubert, S. Rachmaninov, A. Scriabin. Intérprete: Arcadi Volodos, piano. Lugar: Palau de la Música, Barcelona. Fecha: 24 de octubre.

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