Antoni Fernández Teixidó - Tribuna Abierta

Republicanos

Podían haber ganado las elecciones defendiendo su ideario político y sin embargo, esta historia ha acabado con los máximos líderes del partido en prisión, o huidos

La historia hubiera cambiado si el entonces president Puigdemont hubiera convocado en octubre elecciones autonómicas, y el gobierno español no se hubiera visto forzado a aplicar el artículo 155 de la Constitución. Los historiadores concluirán que una parte importante de la responsabilidad del paso atrás que Puigdemont dio en el último suspiro, retirando la convocatoria, se debió al letal papel jugado por ERC. Sabía Junqueras que la cita electoral le favorecía en gran manera. Sus encuestas le daban un resultado muy ventajoso en relación a las expectativas del PDeCAT, pero el Comité Ejecutivo de ERC creyó que podía hacer dos cosas al mismo tiempo: aceptar la decisión de ir a elecciones como mal menor, y acusar al President de traición.

Animados los republicanos por algunos incombustibles dirigentes del PDeCAT, que afearon inmediatamente esa actuación política a Puigdemont, cometieron un gravísimo error. Podían haber ganado las elecciones defendiendo su ideario político y sin embargo, esta historia ha acabado con los máximos líderes del partido en prisión, o huidos. El maximalismo y el tacticismo republicano, vicios tradicionales desde la fundación del partido en los años treinta del siglo XX, propiciaron una fatal jugada para sus intereses. En pocas semanas, Junqueras pasó de ser, un más que probable president de la Generalitat a un recluso en Estremera.

Creo poder afirmar que el líder republicano advirtió pronto que el drástico envite había sido un trágico error. La incomprensible proclamación de una República inexistente evidenció que el camino escogido no había sido el más acertado. La sucesión de graves acontecimientos confirmaron aquellas primeras apreciaciones. Una cadena de torpes decisiones ha llevado a los catalanes a vivir una de las páginas más complicadas de su reciente historia. Nunca ideales tan elevados produjeron resultados tan contraproducentes.

Advierto de las declaraciones de Junqueras, Torrent, Tardà, Rovira y Aragonès la asunción, no explícita, de una pésima actuación, debido no solo a la potencia del adversario retado, sino a una disposición frívola y banal de los republicanos al tratar asuntos de extraordinaria importancia. Recomiendan hoy rectificar, bienvenidos. Sugieren recomponer fuerzas e iniciar una nueva andadura, bienvenidos. Claman por la imperiosa necesidad de constituir un gobierno capaz, entre otras cosas, de poner a Catalunya a caminar, recuperando para empezar, las instituciones de autogobierno, bienvenidos. Pero se requiere algo más. Urge zafarse de los designios de la CUP, de Puigdemont, de su plataforma, y de determinados sectores del PDeCAT, y establecer una apuesta política alternativa rectificando e implementando un nuevo rumbo ajustado a la ley. Es Torrent, el president del Parlament, quien debe dar los pasos más decididos en esta dirección. Todo compadreo obstaculiza la materialización de esa pretendida voluntad política de rectificación. Necesitamos, más allá de las palabras, hechos.

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