Penas mínimas para 16 presos por un motín en la cárcel de Quatre Camins en 2002

Los acusados llegan a un pacto con la Fiscalía que rebaja notablemente la condena por dilaciones indebidas

Los antidisturbios de los Mossos en la cárcel de Quatre Camins en 2002 EFE

JESÚS HIERRO

Un total de 16 presos han sido condenados a penas mínimas por un motín pertrechado en la cárcel de Quatre Camins en mayo de 2002. Un pacto alcanzado a última hora entre las defensas, la Fiscalía y la Generalitat ha evitado la celebración del juicio, que debía comenzar hoy, 16 años después de los hechos. Las dilaciones indebidas han sido claves para la rebaja de la condena.

El juez ha impuesto un año de cárcel a 15 de los acusados (nueve meses por atentado con instrumento peligroso y tres más por daños), mientras que en el caso de otros de los presos la pena asciende a los 15 meses de cárcel y también deberá indemnizar con 7.230 euros a un funcionario de prisiones por lesiones. Otros 23 reos han quedado absueltos por dilaciones indebidas.

La entrada en prisión, sin embargo, quedará suspendida a condición de que durante dos años no delincan y no se fuguen . También, por supuesto, a que paguen las indemnizaciones pertinentes: 15.897.000 euros a la Generalitat por los destrozos en la cárcel, 900 euros por las lesiones a un agentes de los Mossos d'Esquadra y 149 euros por la agresión a un funcionario de prisiones.

Aunque el encargado del caso es el Juzgado de lo Penal 1 de Granollers -la cárcel está ubicada en la Roca del Vallès-, la vista se ha celebrado en el auditorio de la Ciudad de la Justicia de Barcelona por una cuestión de espacio y de seguridad .

La acusación se dirigía contra 56 presos pero ocho murieron durante estos años y otro fue declarado incapaz. En total, estaban citados 47, de los que 19 se encuentran todavía cumpliendo condenas en la cárcel y el resto están en libertad. Todas estas características han llevado a los Mossos a llevar a cabo un fuerte dispositivo de seguridad en la Ciudad de la Justicia.

Los hechos sucedieron la noche del 29 de mayo de 2002. El plan de los presos llevaba varios días maquinándose: una «huelga de brazos caídos» para reclamar una mejora de sus derechos y condiciones. Primero los del Módulo I y después los del Módulo II se negaron a volver a sus celdas tras la cena. La tensión y los ánimos fueron «in crescendo» contra los funcionarios y agentes de seguridad: «Venga, que entren los mossos si hay cojones».

Al grito de «¡a la guerra!» y armados con palos, piedras y hierros comenzaron a agredir a los funcionarios que trataban de calmarlos. Golpearon al menos a siete de los trabajadores. La violencia de la revuelta obligó a la intervención de los antidisturbios de los Mossos d’Esquadra. Los sublevados subieron al tejado de la prisión para tratar de eludir la acción policial. Al menos cuatro agentes policiales fueron agredidos.

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