José García Domínguez - PUNTO DE FUGA

Nada va a pasar

Pretender llevar a efecto políticas económicas heterodoxas en el marco de la Unión Monetaria es lo mismo que hacer submarinismo en una bañera doméstica

José García Domínguez
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

No pasará nada porque no puede pasar nada. Gane quien gane, ni un ápice de lo de verdad sustancial se verá alterado en absoluto. Y ello por una razón bien simple, a saber, porque pretender llevar a efecto políticas económicas heterodoxas en el marco de la Unión Monetaria es lo mismo que hacer submarinismo en una bañera doméstica. Pregúntesele, si no, al muy voluntarioso escafandrista Tsipras. Dani Rodrik ha acuñado la voz “trilema” a fin de ilustrar el proceso de desintegración del paradigma socio-político occidental que ha acabado forzando eso que llaman globalización. Un colapso, por cierto, que no sabe de buenos ni de malos sino que ha surgido como consecuencia de la lógica interna de los mercados.

Los países, afirma Rodrik, están condenados a elegir entre la democracia representativa, la fusión de los mercados o la pervivencia del Estado-nación en tanto que sujeto real del poder soberano.

Porque esas tres aspiraciones resultan ser incompatibles entre sí. Más pronto que tarde, pues, estaríamos llamados a elegir. O bien mundialización efectiva de la economía, eliminando toda cortapisa que los parlamentos ansiaran imponer al proceso vía regulaciones estatales. O mantenimiento de los poderes elegidos en las urnas, haciendo que los mercados vuelvan a operar de forma predominante en idéntico plano local que la política. O consolidación de la expansión transfronteriza de la economía, pero afrontando al tiempo la perentoria fundación de los Estados Unidos de Europa. Y no hay más. A estas alturas de la Gran Recesión, a Europa únicamente le restan dos posibilidades: o convertirse en un Estado o esperar a que, más pronto que tarde, el euro reviente por su flanco políticamente más débil, que, huelga decirlo, se ubicará con total seguridad en el Sur y acaso fuese el francés. Ese es el verdadero debate que se afronta hoy, igual en España que en el resto del continente. Lo demás, todo, es humo de pajas. En el fondo, poco importa el nombre del ganador.

Ver los comentarios