Eva Granados - Tribuna abierta

Paradojas nacionalistas

«ERC sobresale por ser el único partido que se llama progresista y utiliza el agravio fiscal entre territorios como argumento electoral»

Eva Granados

Cuando era diputada en el Parlament, Laura Borràs era una camarada comprometida con el independentismo. Y ahora que lo es en Madrid, Gabriel Rufián dice que se ha convertido en una burguesa y por ello sin autoridad para opinar sobre su acción política. Los argumentos de Rufián para desautorizarla fueron el precio de su chaqueta, la marca de su bolso y llevar demasiado tiempo cobrando un sueldo público. Argumentos que, además de eminentemente feministas, son del todo coherentes con su promesa de que «en 18 meses dejaré mi escaño para regresar a la República catalana».

ERC también sobresale por ser el único que se llama progresista y utiliza el agravio fiscal entre territorios como argumento electoral. Poco importa que las balanzas fiscales de la Generalitat indiquen que aproximadamente Cataluña paga por renta y recibe por población. Rufián también tuvo a bien apuntarse a la escuela de pensamiento Ferrusola cuando aseguró que el exministro Jorge Fernández Díaz no es catalán.

Y con todo ello, Rufián marcó tendencia. Ahora, Pere Aragonès está siguiendo su estela utilizando el agravio fiscal y repartiendo carnets de catalanidad. El vicepresident ha comparado el déficit fiscal con el coronavirus: «El expolio fiscal no se ha confinado». Y ha dado a entender que PSC y comunes no son catalanes.

Mientras, JpC y ERC siguen en su perenne pugna. Se acusan mutuamente de no ser capaces de hacer una web para tramitar ayudas a los autónomos mientras la Generalitat tiene 891 millones de euros aparcados que se podrían utilizar para paliar los efectos de la gravísima crisis. La razón: su incapacidad de gestión. Eso sí, el Govern no ha dejado pasar la oportunidad para anunciar una «NASA catalana». Quizás la web para inscribirse y presenciar los despegues de los cohetes falle, pero el resto, funcionará, no lo duden.

Vivimos con un Govern que el president Torra amortizó en enero, que tiene que hacer frente a la mayor crisis global. Será el más duradero de la última década. Y así todo.

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