Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Fraude

El nacionalismo se engaña a sí mismo

Miquel Porta Perales
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Vayamos al Diccionario de la lengua de la Real Academia Española. De las tres acepciones de «fraude», nos interesan las dos primeras: 1. Acción contraria a la verdad y a la rectitud. 2. Acto tendente a eludir una disposición legal en perjuicio del Estado o de terceros. El «proceso» es lo más parecido a un fraude. En su primera acepción, hay fraude cuando -la mítica del «proceso»- se convierte un conflicto en clave sucesoria europea (1714) en una guerra en la que estaban en juego las libertades nacionales de Cataluña.

Por no hablar de Rafael Casanova, ese héroe de la resistencia nacional catalana que huye, disfrazado de fraile, del sitio de Barcelona, para reaparecer en Sant Boi donde ejerció de abogado sin ningún tipo de problema.

Hay fraude cuando se hincha -millones de manifestantes- el apoyo ciudadano a la causa, cuando se habla -Cataluña es una comunidad rica que tiene el mismo porcentaje de déficit fiscal que otras de su misma categoría en el mundo- de expolio fiscal, cuando se predica un mandato democrático que no existe, porque el «plebiscito» de 27-S de 2015 se perdió y unas elecciones autonómicas solo habilitan para gobernar una Comunidad Autónoma. Y no cabe olvidar la creación de una neolengua tramposa que construye una realidad virtual a gusto de la ficción nacionalista. Y ese fraudulento retorcer lo que convenga -contrario a la verdad y a la rectitud- en beneficio del «proceso».

En su segunda acepción, hay fraude cuando se incumplen las leyes de los Altos Tribunales, cuando se constituye un Diplocat que va más allá de las competencias de la Generalitat, cuando se tergiversa la legalidad europea para justificar que una Cataluña independiente permanecerá en la UE, cuando se falsifica la legislación internacional sobre el derecho de autodeterminación, cuando se habla de un inexistente derecho a decidir. ¿La razón de ello? El nacionalismo catalán cree que Cataluña tiene derecho al privilegio por ser lo que es. El colmo del fraude: el nacionalismo se engaña a sí mismo.

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