Un Demonio en honor de Hvorostovsky

El Liceu estrena «Demon», la ópera de de Rubinstein, en memoria del barítono ruso

El montaje podrá verse a partir del lunes en el Liceu A. BOFILL

PABLO MELÉNDEZ-HADDAD

Al final el Demonio llegará al Liceu interpretado por Egils Silins y no por Dmitri Hvorostovksy, el barítono ruso fallecido en noviembre del año pasado truncando una exitosa carrera operística internacional. «Demon» (1875), la poco conocida ópera del compositor ruso Anton Rubinstein que el cantante interpretó en Moscú y propuso para montarla en Barcelona a la directora artística del Liceu, Christina Scheppelmann, quien afirma que Hvorostovsky «quería darle difusión porque la consideraba una obra maestra muy poco conocida fuera de Rusia».

El proyecto, contando con una propuesta teatral del director de escena Dmitry Bertman, por fin verá la luz este lunes, cuando se estrene bajo la batuta de Mijaíl Tatarnikov al mando de un reparto integrado por Alexander Tsymbalyuk, Asmik Grigorian, Igor Morosow, Antoni Comas y Yuriy Mynenko. Para Scheppelmann es lógico que el estreno se le dedique al desaparecido artista, ya que, explica, «con él hablamos mucho sobre el proyecto, sobre el director de escena más adecuado para llevarlo a cabo e incluso del reparto ideal para interpretarla».

Se trata del estreno en España de su versión original –«Demon» se había cantado en italiano en el Teatro Novedades de Barcelona en 1905–, una coproducción liceísta con la Helikon Opera de Moscú y los teatros de Burdeos y Núremberg con la figura de Satán como protagonista, un ángel caído que incluso se arrepiente de ser un chico malo, evidentemente, por amor. La Simfònica y el Coro del Liceu se enfrentan a una partitura aquí desconocida, en un montaje bastante estático a petición del propio Hvorostovsky –un tumor cerebral le provocaba continuos mareos– que se basa en una pintura del Bosco en la que se unen modernidad y tradición.

La tabla «Ascensión al Empíreo», del retablo «Visiones del más allá», inspiraron a Dmitry Bertman, director también del Teatro Helikon moscovita en el cual Hvorostovsky cantó la obra en 2015, y a su escenógrafo, Hartmut Schörghofer, quienes proponen «un túnel que conecta los mundos en los que se desarrolla la acción», la Tierra, el cielo y el infierno. La partitura, de gran melodismo, bebe de las modas imperantes en Europa, escrita «con verdadera inspiración romántica» según explica. Para el «regista», se trata de «una obra sobre la seducción, la pasión, en la que se transmite que en cada uno de nosotros vive un demonio y un ángel, y cómo van cambiando uno y otro, y cuál es el poder que tienen en el mundo y cómo las personas se comportan en ese mundo».

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