Ángel González Abad - Los martes, toros

Cuernos y política

El engaño hablaba de una sociedad mejor, de una Cataluña más libre, más democrática y más sensible y solidaria, porque la Monumental se había cerrado

Aquí, a muchos nos queda la sensación de que nos han puesto los cuernos. La alcaldesa de L’Hospitalet, Núria Marín, se la jugó el domingo por sus vecinos e impidió con palabras una carga policial en un colegio de su ciudad. De forma inmediata, tras conseguir que las fuerzas policiales no intervinieran, comenzó a recibir insultos de sus convecinos. De traidora la tildaron y tuvo que abandonar el recinto. Ni pagada ni agradecida. Y me acordé de otro momento en el que la primer edil de la segunda ciudad de Cataluña también hubo de templar ánimos.

En enero de 2014, la alcaldesa presidía la inauguración del III Congreso Taurino de Cataluña en el centro cultural La Bóbila, cuando un grupo de antitaurinos radicales irrumpió con insultos y golpes en una sala repleta de aficionados y profesionales, entre los que se encontraba el diestro Rivera Ordóñez. Fueron momentos de gran tensión, que se saldaron unos meses más tarde con una sentencia condenatoria a cinco de los violentos. Una vez pasado el domingo invadido de una profunda tristeza, estamos ante una declaración unilateral de independencia. Los acontecimientos se suceden a velocidad de vértigo sumidos en una sinrazón suicida. Y de esto, del engaño, de los cuernos, y de violencia, saben mucho los catalanes aficionados a los toros. Durante años han soportado ataques irracionales por acudir a la plaza. Insultos, gritos iracundos y siempre protegidos por los Mossos. Protegidos los violentos, claro.

Al final, un engaño político -otra vez los cuernos-, acabó con las corridas de toros en Cataluña. Era, nos decían, un signo de modernidad y salud social. El engaño hablaba de una sociedad mejor, de una Cataluña más libre, más democrática y más sensible y solidaria, porque la Monumental se había cerrado. El mismo engaño, los mismos cuernos, que permitía los «correbous». Toros buenos para unos, toros malos para otros. Decía Ortega y Gasset: «No puede comprenderse bien la historia de España sin haber construido la historia de las corridas de toros». En el espejo de los toros en Cataluña aparecen pues la política y los cuernos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación