Oti Rodríguez Marchante - Barcelona al día

«Crowfunding» en el secesionismo

Con esta iniciativa tan sensata de pedir dinero particular a sus seguidores, el proceso adquiere, si no legitimidad, sí al menos algo de cordura

Oti Rodríguez Marchante
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Por fin hemos podido comprobar que el secesionismo catalán también es capaz de tener actitudes y proyectos sensatos, como esta campaña del PDeCat en la que se piden donativos para pagar las multas y las costas judiciales de Artur Mas, Joana Ortega, Irene Riagu y Frecesc Homs. Hubo tantísimos voluntarios para organizar aquel 9-N, que parece lógico pensar que habrá no menos voluntarios para meterse la mano en el bolsillo y pagar ahora sus consecuencias judiciales. Y la idea, brillante, de los inhabilitados es que se recoja dinero no sólo para afrontar sus propias multas, sino también las eventuales que pudieran ocasionarse en las próximas intentonas secesionistas.

Hay que aplaudir, supongo, que cualquier proceso ilegal de ruptura con el Estado se financie mediante ese método tan moderno conocido por «crowfunding».

Aunque moderno, el «crowfunding», que consiste en pedir dinero a los allegados para financiar un proyecto más o menos personal, tiene sus orígenes en una figura españolísima, Lola Flores, que le pedía una peseta a cada español para pagar la multa que le impuso Hacienda por su despiste fiscal durante algunos años… Una genial y práctica modificación de aquel «Si me queréis, irsen» a las necesidades de «Si me queréis, apoquinad».

En nuestro caso actual, el de los políticos inhabilitados, hay que suponer que tendrán más éxito en su «crowfunding» que el que tuvo la Lola de España, y que no hallarán mayores problemas en reunir qué menos que un euro por cada uno de los «voluntarios» que hicieron posible el desacato al Tribunal Constitucional, e incluso podría contarse con un mayor grado de generosidad por parte de los «socios» de esa empresa y que pagaran ellos los próximos movimientos del «procés», las «embajadas» existentes y las que estuvieran al caer, todos esos viajes promocionales que, encima, suelen ser un fiasco... Sería un buen modo de sanear las arcas públicas catalanas, que actualmente están carcomidas precisamente por dedicar el dinero de todos a empresas y procesos personales.

En fin, con esta iniciativa tan sensata de pedir dinero particular a sus seguidores, el proceso adquiere, si no legitimidad, sí al menos algo de cordura. Si yo creo en las granjas de patos, y tengo la oportunidad, mediante un «crowfunding»”, de asociarme con mi dinero a esa empresa, bueno está que le dedique lo que pueda o quiera. Pero, aquí, en Cataluña, hasta ahora le sacan la pasta para la granja de patos hasta a los vegetarianos.

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