El colapso barcelonés

Decía Quevedo: «Nadie ofrece tanto como aquél que no va a cumplir». Una afirmación de plena actualidad en tiempos de discursos populistas.

Barcelona tiene el freno de mano puesto en el metro, el Bicing, los taxis y, de rebote, en el puerto y el aeropuerto. Para estar en época de mayor afluencia, la movilidad vive un colapso absoluto.

¿Recuerdan aquella foto de Colau, codo con codo con los trabajadores del metro, dispuesta a hacer suyas sus reivindicaciones? Dos años después, la alcaldesa va en coche oficial y los trabajadores hacen escraches, mientras los sufridos barceloneses ya hemos soportado 12 jornadas de huelga.

Los comunes son muy partidarios del uso de la bicicleta como medio de transporte sostenible. Prometieron luchar con todas sus fuerzas contra la precariedad laboral, estableciendo un salario mínimo de ciudad de 1.000 euros para paliar el alto coste de vida en la capital catalana.

Pero una vez instalados en las poltronas gubernamentales han tenido que renovar la concesión del servicio público de bicicletas ofreciendo costes salariales de 700 euros, muy por debajo de lo que prometieron.

A los barceloneses no nos quedan muchas alternativas, porque los taxistas amenazan con más huelgas si Colau no cumple con su promesa de evitar la competencia desleal de las empresas de transporte de alquiler de vehículos con conductor. Una promesa que ya provocó, durante la última jornada de paro, que los taxistas colapsasen el puerto y el aeropuerto, por lo que también resultó difícil viajar en barco o en avión.

Sólo nos queda irnos de vacaciones en coche privado y resignarnos a soportar el atasco monumental que provoca la parálisis de las obras de Glorias (que a nadie se le ocurra estrechar la Diagonal colocando un tranvía).

A los adalides de la sostenibilidad habrá que recordarles que no hay nada más insostenible que una ciudad colapsada. Prometer y después, olvidar lo prometido.

Carina Mejías es presidena de Cs en el Ayuntamiento de Barcelona