Oti Rodríguez Marchante - Barcelona al día

Carme Forcadell con el síndrome de Cecilia

En realidad, los únicos que tienen ya prisa por parar este bochorno creciente y planetario son los que llevan años encantados con el papel de fuelle

Oti Rodríguez Marchante
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El gallinero catalán insiste también este año en el «síndrome Cecilia», o «síndrome ramito de violetas», ese que obliga a la banda secesionista a organizar el Gran Día del Acabose cada 9 de noviembre («dime niña quién era, quién te mandaba flores… tralará…, quién cada nueve de noviembre, como siempre sin tarjeta, le mandaba un ramito de… tralará»).

Sólo un detalle realmente insólito puede impedir que el próximo lunes, día del ramito, el pleno con la plena Forcadell al frente no vuelva a proclamar la república catalana, con lo que esta mujer batiría seguro el record absoluto de proclamaciones de la república catalana, pues ella en dos semanas dos veces, igual que Pau Claris y Macia en trescientos años. Y ese detalle insólito que podría impedirle a Forcadell ser la campeona mundial de la proclamación de repúblicas sería que el Tribunal Constitucional trabajara como si tuviera prisa.

Y con un día feriado en medio…, raro. Pero, en realidad, los únicos que tienen ya prisa por parar este bochorno creciente y planetario son los que llevan años encantados con el papel de fuelle, es decir los de Convergencia que aún se planchan el traje, los de La Vanguardia (hasta Rahola empieza con el patinaje artístico), los trincheristas radiofónicos y hasta el socio culé, que para ver los partidos del Barça cualquier sitio es ya mejor que el Camp Nou, donde se vive una perpetua asamblea como de película de Ken Loach y donde hay que cantar, moverse, desplegar el trapo adecuado y estar atento al minuto y la soflama. Una pesadez. Casi mejor escuchar a Valdano.

O sea, que llegará el lunes 9 de noviembre, día del ramito, y las posibilidades de que seamos el hazmerreír son todavía muy altas, que haya proclamación solemne por la mañana y solemne payasada por la tarde, con la CUP ciscándose en Artur Mas y Artur Mas ciscándose en los «suyos», y todos a la espera de si Mariano Rajoy les hace un favor y les manda aunque sólo sea una pareja de la Guardia Civil para que el mundo vea su oprobio y humillación. Si no los manda Rajoy, porque ya los va conociendo y sospechará que tendrá que pagar él la multa que les impongan, igual pueden ir disfrazados de guardias civiles algunos ejemplares de esa plantación de melones del equipo que es más que un club.

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