Miquel Porta Perales - El oasis catalán

En barrena

Novedad en el frente: el mal ya no proviene en exclusiva del Estado, sino que también habita -la CUP, por ejemplo- en el interior de la Nación

Miquel Porta Perales
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Cataluña: el «proceso» entra en barrena, los intereses de unos y otros, el gobierno autonómico muestra su fragilidad y el presidente de la Generalitat busca oxígeno en el populismo callejero. Todo eso y mucho tacticismo mal disimulado se percibe en Cataluña. Vayamos por partes. A un «proceso» en fase de colapso falto de apoyo legal, político, electoral, social, económico e internacional, a ello, hay que sumar los intereses particulares de los «procesistas»: Convergència necesita conservar el poder a la espera de un milagro que detenga su agonía política; Esquerra ha de continuar con la equidistancia en espera del sorpasso soñado; la CUP -que desconfía de convergentes y republicanos- administra como puede el timing que conduciría a la República catalana y la Revolución social.

Un barullo al que cabe añadir un podemismo catalán con aspiraciones hegemónicas.

En esta coyuntura, se evidencia la fragilidad de un Govern incapaz de aprobar los Presupuestos e incapacitado -hoy por hoy- para buscar nuevos apoyos que implicarían la rectificación del «proceso». Un Govern que recurre a la dialéctica maniquea entre -sin novedad en el frente- los buenos y los malos. En este caso, entre los buenos que «construyen» Cataluña y los malos que la «destruyen».

Novedad en el frente: el mal ya no proviene en exclusiva del Estado, sino que también habita -la CUP, por ejemplo- en el interior de la Nación. En definitiva, la ficción continúa. Y para ello, nada mejor que ganar tiempo. ¿Cómo? Anunciando una cuestión de confianza durante el mes de septiembre. Pues, claro, después de una Diada que volverá a calentar y recalentar el ambiente vía populismo callejero. ¿Así se da oxígenos a la causa? ¿Así se gana tiempo o se alarga la agonía del «proceso»? Una hipótesis alternativa: ¿y si todo ello obedeciera a un tacticismo perfectamente diseñado que, según vaya la cosa, acabaría corrigiendo de facto -el derecho a decidir como coartada- la hoja de ruta del «proceso» a mayor gloria de la conservación del poder?

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