Artes&Letras / Danza

Vicente Escudero: la pintura del baile

Una exposición recuerda la trayectoria del bailarín vallisoletano, incluida su faceta como dibujante

Muestra sobre Vicente Escudero en Valladolid F. HERAS

C. MONJE

Triunfó como bailarín en los escenarios de medio mundo, investigó el baile español y plasmó su esencia en dibujos.

La faceta menos conocida de Vicente Escudero (Valladolid, 1888-Barcelona 1980), la de dibujante, ocupa un lugar destacado en la exposición dedicada al artista en la sala vallisoletana de la Casa Revilla . El propio Ayuntamiento conserva una colección de sus coloristas obras, que se muestran hasta el 27 de octubre.

«Yo no sé ni dibujar, ni pintar, y estoy convencido de que esa ignorancia -que en mi propio arte, el baile, sería una terrible limitación- es la que me permite plasmar con toda libertad, sin trabas ni preocupaciones, mis ideas, por medio de esa forma de expresión que es el dibujo», decía. Pero Joan Miró no estaba de acuerdo con la primera frase de su afirmación: «tengo otras obras de Vicente Escudero, que por cierto son muy hermosas. Fíjate como sabe combinar los colores. Fíjate en el movimiento de los bailaores y el arabesco de esos brazos y el grafismo de esos signos».

Tampoco tuvo maestros en el baile. Contó muchas veces que aprendió a bailar de niño sobre las alcantarillas de Valladolid y sobre el tronco de un chopo caído sobre el río Esgueva. «Al principio se dio algunos remojones. Para evitarlos se esforzó de tal modo en mantener el equilibrio, que llegó a bailar y dar vueltas sin caerse jamás. Él atribuyó a aquella experiencia el equilibrio de su danza, cualidad que falta a casi todos los bailarines españoles», señalaba Juan Antonio Cabezas en ABC en septiembre de 1978.

Luego llegaron las actuaciones en los cines mientras se cambiaban los rollos de las películas, en las tabernas, de feria en feria. Portugal, París y por fin Nueva York. Un panel de la muestra reproduce el saludo al público español desde esa ciudad en las páginas de ABC. Era julio de 1932 y la crónica de Adelardo Fernández Arias constataba el éxito americano del vallisoletano: «La ‘sensación’ de la temporada artística en Nueva York es Vicente Escudero. Todos los periódicos, los grandes periódicos norteamericanos, anuncian y comentan, con elogios formidables, el triunfo definitivo, colosal, extraordinario, único en esta temporada, del «más grande bailarín español» (...) A precios inverosímiles se llenan los grandes teatros donde actúa. El retrato de Escudero recorre toda la prensa americana. Los periodistas compiten para reportearle. El triunfo de Escudero es el mayor triunfo artístico de la actual temporada en Nueva York. En todas las reuniones de las clases sociales más elevadas de Nueva York una frase circula de boca en boca; es la frase de moda, es como un estribillo; como una manía: -¿Ha visto usted a Escudero -se preguntan todos.»

No tuvo maestros, pero sí discípulos y seguidores. Lo fue Antonio Gades, tal como refleja uno de los textos de la exposición. Era para él «un grande de la danza, y de la vida» que «abrió caminos de expresión actualizando el sentido íntimo del flamenco, del folklore y del baile español en general».

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