San Marcos retorna al pasado

Las obras avanzan según la planificación prevista y dejan a la luz descubrimientos arqueológicos que permiten conocer la transformación del edificio y devolverle sus «raíces»

Los trabajos ya han acometido el «vaciado» de la parte central del Parador ICAL

ROSA ÁLVAREZ

La maquinaria entraba en San Marcos el pasado mes de abril echando abajo el edificio moderno, hoy reducido a escombros. Era el primer paso de una reforma integral que transformará el parador leonés y que avanza según la planificación técnica prevista, permitiendo, a medida que progresan las obras, conocer la «historia» del edificio , su evolución a lo largo de los siglos. La arquitecta Mina Bringas y la arqueóloga Carmen Alonso mostraron ayer las «tripas» del Parador, abrieron sus puertas a los medios de comunicación para dar cuenta del progreso de los trabajos. Poco queda ya del edificio moderno, más allá de restos de hormigón, polvo y amasijos de hierros, por lo que el foco se ha puesto ahora en el vaciado del espacio central, cegado en la reforma acometida durante 1964 y que se convertirá en atrio, devolviéndole la volumetría que presentaba en el siglo XVIII. «Tendrá unas dimensiones similares al original y va a ser el corazón del edificio. A él se va a trasladar toda la circulación y movimiento interno del Parador», explicó Bringas.

Este patio estará cerrado y tendrá un lucernario que dará luz natural a todas las estancias . Además, estará «coronado» con un techo, obra de Lucio Muñoz, que se ha desmontado de uno de los antiguos salones y que va a ser restaurado para su nuevo uso. Habrá también nuevas galerías , una exterior que dará acceso a las habitaciones, y otra más próxima a esa fachada interior del atrio que tendrá una función expositiva. «Se va a concentrar aquí la mayor parte de la obra artística que tiene el Parador», subrayó la arquitecta.

Los trabajos también han sacado a la luz las «huellas» de pasadas intervenciones, «las más importantes llevadas a cabo en el siglo XIX, que es cuando el Ejército se hace cargo del edifico y emprende reformas muy importantes », según manifestó Alonso. Entre estos hallazgos destaca la transformación de las ventanas que databan del siglo XVI en balcones en el siglo XVIII, visibles desde la fachada principal de la segunda planta, y el cierre en el siglo XIX de las ventanas de ladrillo en arco de medio punto construidas en el XVIII en la fachada abierta al río de la tercera planta. Cambios, que la arquitecta achaca a una cuestión de «modas» o también por funcionalidad.

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