Ignacio Miranda - Por mi vereda

Saber irse, saber estar

El nuevo espíritu que demanda la ciudadanía no debe ser sólo un cambio de rostros y formas, sino sobre todo de ideas

Ignacio Miranda
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La constitución de las Cámaras el pasado miércoles permitió constatar la ausencia de dos veteranos políticos de Salamanca que, tras unos poquitos lustros consagrados a la cosa pública, retornan por fin a la vida civil. El bejarano Jesús Caldera, ministro de Trabajo en el primer gobierno de Zapatero, se reincorporará al Ayuntamiento de Ávila como secretario después de ocupar un escaño en el Congreso durante ¡33 años! Sí, han leído bien. Desde 1982, con el histórico triunfo del PSOE, ha sido diputado, una marca que sólo superaba Alfonso Guerra.

En las filas populares, Julián Lanzarote, alcalde de la capital entre 1995 y 2011, vuelve a ser letrado de la Cámara de Comercio tras dejar el Senado, donde ha permanecido durante la última legislatura y estuvo un par de años antes de ser regidor, para conocer el edificio tildado de retiro de paquidermos.

En cualquier caso, hay que felicitarse ante el hecho de que ambos vuelvan a sus anteriores oficios, y rogar encarecidamente a otros compañeros que sigan ese camino.

En política, la vejez no se mide en años biológicos, sino a través de la antigüedad o el tiempo de permanencia en los cargos públicos aunque haya cambios de destino. Los dos grandes partidos han propiciado una indeseable profesionalización de la actividad, motivada en buena medida por la falta de listas abiertas. Sin embargo, el nuevo espíritu que demanda la ciudadanía no debe ser sólo un cambio de rostros y formas, sino sobre todo de ideas articuladas en torno a proyectos de interés general. No nos quedemos, como de costumbre, en la superficialidad de la epidermis, en una teatralización banal de la que la señora Bescansa y su criatura representan un ejemplo más. Porque tan difícil resulta saber irse como saber estar.

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