Ruiz Asencio, en su despacho de la Universidad de Valladolid
Ruiz Asencio, en su despacho de la Universidad de Valladolid - ICAL
Premios Castilla y León / Ciencias Sociales y Humanidades

Ruiz Asencio: «Un universitario no entendería hoy el Libro del Buen Amor»

El paleógrafo y catedrático ve el Premio Castilla y León de Ciencias Sociales y Humanidades como un reconocimiento «a mi universidad, mi equipo, mis discípulos y compañeros»

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El castellano ha ido perdiendo riqueza, hasta tal punto que «si una persona con nivel universitario hoy lee el Libro de Buen Amor, no entendería lo que quiso decir el Arcipreste de Hita en el siglo XIV». Ésta es una de las reflexiones del paleógrafo Juan Manuel Ruiz Asencio (Sevilla, 1939), elegido ayer Premio Castilla y León de las Ciencias Sociales y Humanidades 2016 como reconocimiento a su «gran aportación» para la comprensión del origen, formación y evolución del castellano y a su trayectoria como docente.

«Poco a poco la lengua ha ido eligiendo y seleccionando palabras», detalló, y esto es algo que ha pasado a lo largo de la historia. «La lengua es un ente vivo y evoluciona», recuerda, e incorpora palabras de otros idiomas «para adaptarse a su tiempo».

Intenta esquivar el debate sobre el origen del castellano porque considera que «es mejor no tocarlo», «todo el mundo defiende su parcela», resume. «Los científicos hablamos de poligénesis» y hay que tener en cuenta que Castilla era un territorio «muy amplio», asegura este paleógrafo «muy ilusionado» por el galardón obtenido.

Ni siquiera sabía que era candidato, así que la llamada de la Junta de Castilla y León le pilló completamente por sorpresa. «Es muy gratificante que a los 77 años se reconozca una labor en Paleografía. Es un premio a mi universidad, mi equipo, mis discípulos y compañeros».

Catedrático del departamento de Prehistoria, Arqueología, Antropología Social y Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Valladolid, Ruiz Asencio se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Sevilla, pero poco después se desplazó a la Universidad Complutense reclamado por su maestro, Tomás Marín Martínez.

En 1971 obtuvo la plaza como catedrático de Paleografía en la Universidad de Valladolid, donde ha desarrollado toda su trayectoria profesional y aún mantiene como director de un grupo de trabajo a pesar de haberse jubilado.

Desde entonces ha publicado numerosos trabajos, a título individual y colectivo, a partir de documentos, códices, testamentos, provisiones y cédulas fechados desde el siglo X, algunos de ellos relacionados con las repoblaciones territoriales a medida que la Reconquista avanzaba hacia el sur, informa Efe.

En el ámbito universitario, la Paleografía sí está reconocida, asegura. Y es que es una ciencia «auxiliar» de la Historia y la Filología y «eso nadie lo discute». Es importante tener «formación» para aprovechar las fuentes manuscritas, «la inmensa mayoría por ahora inéditas», asegura. Al respecto, añade que, por ejemplo, en el Archivo de Simancas o en la Chancillería de Valladolid aún hay documentos que se podrían aprovechar para extraer más conocimiento. Los archivos ponen de su parte y desde la universidad han impulsado cursos de formación sobre Paleografía con ese objetivo.

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