Quique González: «No me estoy yendo todavía, pero no me queda mucho»

El madrileño presenta este viernes su último disco, ‘Sur en el Valle’, en el Teatro Carrión de Valladolid

Quique González HOUSTON PARTY MUSIC
Clara Nuño

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Son más de dos décadas dedicadas profesionalmente a la música las que Enrique González Morales (Madrid, 1973), Quique González, lleva echadas a la espalda. Desde aquellos primeros conciertos en garitos madrileños a fines de los noventa, pasando por la musicalización del poema ‘Aunque tú no lo sepas’ para Enrique Urquijo en 1998 y hasta su decimotercer disco, ‘Sur en el Valle’, publicado el pasado 1 de octubre.En este nuevo trabajo, uno de los cantautores más distintivos del panorama nacional de este siglo dibuja el camino que hace el viento del sur cuando azota el norte de la península. Una senda que el cantante y compositor recorrerá este viernes sobre el escenario del vallisoletano Teatro Carrión en la gira de presentación del álbum. Decía Carlos Gardel que veinte años no es nada, pero a Quique González le ha dado tiempo a hacer de todo.

En todos tus trabajos, el título tiene una gran fuerza poética y referencial. En este caso, ‘Sur en el Valle’ remite a un fenómeno concreto de la zona en la que vives (Cantabria). Hay infinidad de leyendas asociadas a los vientos, ¿Qué tiene de especial el viento del sur para la gente de allí?

Yo vivo en los valles pasiegos, y en toda la cornisa cantábrica el viento sur tiene una influencia muy grande tanto en el paisaje físico como en el emocional. Condiciona los comportamientos de la gente y facilita situaciones más extrañas de lo normal.

¿Cómo ha influido en la creación del disco?

A mí me gusta pensar que el viento es el protagonista del disco. La voz en off que va contando las historias de las canciones igual que trae los murmullos y sonidos del paisaje. Es el hilo conductor del álbum. Hay muchas canciones que se refieren a este lugar.

Igualmente, si obviamos ‘Las palabras vividas’ (2019) -en el que musicó los poemas de Luis García Montero-, este es el primer álbum desde 2016 compuesto con canciones propias. ¿Son todas nuevas o has rescatado alguna del cajón?

Casi la mitad estaban escritas antes del confinamiento. La primera de ellas tiene 5 ó 6 años. Al terminar la composición del disco de Luis me volví a poner con mis canciones y, aunque una vez que las meta en el cajón es difícil que vuelva a ellas si no me emocionan, esta vez ha sido diferente porque el trabajo con Luis fue un paréntesis y había dejado aparcadas estos temas con intención de volver a ellos.

¿Y la otra mitad? ¿Ha influido el parón de 2020?

Claro, nos ha influido a todos. En mi caso, mis canciones son todas muy existencialistas y han condicionado su composición. La incertidumbre que hemos vivido y la desesperación hacia el montón de gente que hemos perdido hace que tu manera de mirar hacia afuera cambie un poco. También lo hacen las cosas que quieres contar.

En todas tus letras te diriges a una segunda persona, a un tú, ¿estás pensando en alguien en especial o es un recurso estilístico?

Muchas veces parece que le hablas a otra persona, pero en realidad te estás hablando a ti. Es un disco muy introspectivo, de hacerse preguntas, de cuestionarse, y el sujeto soy yo. Las preguntas van dirigidas a mí.

La nostalgia, el ayer y -como decía- la introspección impregnan buena parte de las letras de este álbum, como en ‘Amor en ruta’, 'Los amigos se van’ o ‘Te tiras a matar’ ¿Sueles mirar hacia atrás con respecto a tu música?

No realmente. Cuando trabajas en un disco, durante el proceso escuchas mucho las canciones y cuando te lo quitas de encima, cuando sale, ya le has dado todas las vueltas que podías darle y no se puede cambiar nada. Intento no revolcarme demasiado en las canciones que ya he hecho. Los escucho para trabajar, cuando tengo que elegir repertorio para una gira. Ahí vuelvo a ellos para ver qué sensación tengo y recuerdo canciones y me planteo si meterlas o no en el directo, pero no suelo reescuchar mi trabajo. Creo que le pasa a la mayoría de los músicos.

Hablando de sensaciones, el álbum parece grabado en directo.

Sí, salvo el primer disco que sí que fue grabado por pistas y el segundo, que era maqueta, siempre he necesitado y he buscado la interacción entre los músicos en un estudio. Incluso la mayoría de las voces están grabadas en directo. No hay mucha edición, yo quería que fuera minimalista, que se sintiera vivo y se escucharan incluso ruidos y respiraciones. Me interesa más esa emoción de la inmediatez que la perfección de un engranaje editado y arreglado como mucha de la música que suena hoy en día. En ese sentido soy muy de la vieja escuela porque también los discos que me gustan, de (Bob) Dylan o Neil Young, están grabados de esta manera.

También suenan mensajes de despedida en este trabajo ¿Te ves haciendo música a la larga o, como en otros oficios, esto también tiene edad de jubilación?

Claro, es que tengo 48 años y ahora soy consciente de que me queda menos tiempo del que llevo ejerciendo este oficio. Creo que en el disco hay una mirada hacia lo que has vivido, a la experiencia y a la incertidumbre del futuro. Y es ese aire de despedida del que me hablabas el que sobrevuela el trabajo en ese sentido, el despedirse de un lugar físico, de estos valles, de un tiempo y de un lugar. Preguntarte también si quieres seguir haciendo esto. No es una despedida en sí, explícita, pero sí, es el comienzo. No me estoy yendo todavía, pero no me queda mucho. Como decía Dylan: “It's not dark yet but it's gettin' there”.

Ahora que hablas de abandonar un lugar; a lo largo de tu carrera has pasado del guitarreo y los golpes rockeros a un sonido más acústico y calmado, ¿Qué has querido cantar en ‘Sur en el Valle’? ¿Cómo afecta lo físico a la hora de hacer música a lo largo del tiempo?

El que un trabajo sea más acústico, tenga un poso más rockero o más folk lo condicionan las canciones, el tipo de canciones que esté escribiendo. Uno puede tener la idea primeriza de hacer un disco muy rockero, pero si no tienen ese pulso las canciones va a salir algo forzado, desnaturalizado.

En ‘Sur en el Valle’, como siempre hago, canto a mi celebración y a mi pérdida. Como decía el poeta, se canta a lo que se pierde. Yo no soy poeta, pero soy un claro ejemplo de eso. Y, en cuanto a lo físico, creo que el entorno donde vivo afecta mucho a la escritura de las canciones. Y más en este disco que, por circunstancias, lo he escrito casi todo en mi casa, rodeado por este paisaje. Por eso, quizás se cuelan más elementos naturales que en otros trabajos. El lugar influye muchísimo en la música.

Has sido una de las voces más distintivas del rock español de este siglo, ¿Qué significa hoy el rock para ti?

No le doy muchas vueltas, prefiero pensar en la música en general que en un género en concreto. No me considero un rockero o un cantautor, soy músico. ¿Vetusta Morla es un grupo de rock o no?Somos músicos haciendo canciones, lo bonito es tocar muchos géneros distintos. Probarte ciertos trajes. Algunos te van a quedar mejor que otros, pero eso no importa demasiado. Cada uno tiene una visión distinta de lo que es.

En 2003 rompiste con las multinacionales del panorama musical nacional y comenzaste la producción autogestionada con Varsovia Records. Han pasado 19 años de aquello ¿Cuál es tu visión de la industria en la actualidad? ¿Cómo ves hoy esa decisión?

Hablo desde fuera pero en el fondo creo que la industria discográfica siempre ha sido muy endogámica. Eso hace que la gente que estaba hace 20 años trabajando en esto siga por aquí. Entra poco aire fresco ahí. Y es evidente que la desaparición del formato ha cambiado un poco todo aunque haya un repunte del vinilo, que no es significativo. Lo que no ha cambiado es que ellos siguen manejando esto pese a necesitarlos menos. La industria sigue controlando el negocio.

En lo que a mí respecta, no me he arrepentido ni cinco segundos de haberme alejado. Para mí ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en esto. Sobre todo por mi salud. El hecho de no tener desde hace 19 años los conflictos que tenía con ellos me ha permitido tener la cabeza en la música y mis canciones.

Y ya, para terminar, este viernes paras por el Teatro Carrión de Valladolid, ¿Qué te ha hecho escoger esta ciudad y ese escenario para presentar el álbum?

Estamos haciendo una gira de teatros porque tal y como hemos grabado el disco se prestaba a este tipo de auditorio. Me encanta tocar ahí porque siempre suele haber más silencio y más concentración en un teatro que una sala o en un festival. Para hacer música, el teatro es súper agradecido y estamos teniendo la suerte de tocar en los mejores teatros de España para esta gira. Ahora tenemos la oportunidad de tocar en el Carrión y cumple las condiciones que necesitamos. Espero que sea un concierto chulo para la gente que venga.

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