Ana Pedrero - DESDE LA RAYA

Néstores del mundo

«He visto más humanidad, más dignidad, en ese grupo de camareros que en las altas cámaras»

Ana Pedrero

No lo conozco. Se llama Néstor. Un chaval con cara de buena gente que anoche hacía un llamamiento en redes, en un grupo de camareros profesionales. Su casera le daba de plazo hasta el 13 de enero o lo echaba a la calle. En apenas un par de horas ese grupo, donde la mayoría están en Ertes o en el paro, hizo pequeñas aportaciones para pagar e incluso dejar un pequeño remanente para el chico.

Probablemente nuestros políticos, Gobierno y Autonomías, nunca entren en estos grupos donde también los mandan a la mierda sin filtro, donde sin filtro cuentan sus historias: la de una joven con doce años de experiencia y niños pequeños sin dónde ir; la de otra veterana que busca lo que sea para trabajar; la de los que no han podido acogerse a Ertes o no lo cobran; la desolación de un empresario que acaba de bajar la trapa después de veinte años o la triste flema de dos camareros que sacaron un sofá a la calle, frente a la puerta cerrada de su negocio, decidiendo qué van a hacer con su futuro. La indignación de la dueña del bar de un pueblo de Segovia con ochenta parroquianos, con las manos destrozadas por el hidrogel, que no podrá ponerle el café al comercial de los abonos o al veterinario que visita una explotación de cerdos a seis bajo cero; ni al jubilado acojonado por si le bajan la pensión, cuya única vida social es el carajillo mañanero.

Supongo que cuando te caen cuatro o seis mil del ala más unas dietas que sobrepasan el presupuesto mensual de muchas familias, uno no se acuerda de la desesperación de los hosteleros atrapados en el juego de «abrir sin abrir» para no pedir idemnizaciones; de los autónomos a los que parece nos castigan por trabajar; de los banderilleros a los que desde octubre les niegan sus legítimas ayudas; ni de trabajadores, camioneros, ingenieros y profesionales que van a comer un bocata en el coche y hacer sus necesidades donde pillen en sus rutas a la España Vaciada. Esta España en la que posan con las vacas o plantando arbolitos cuando hay que pasar por las urnas.

He visto más humanidad, más dignidad, en ese grupo de camareros que en las altas cámaras donde ignoran a los Néstores del mundo y se meten todo pa la saca. De postre nos suben la luz, nos apagan la vida, y todos decimos amen.

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