Artes&Letras

Paisaje inagotable

Félix Cuadrado Lomas reúne en la muestra «Desde la atalaya» obra representativa de distintas épocas hasta sus cuadros más recientes, firmados en 2017

Obras de Félix Cuadrado Lomas en la iglesia de Las Francesas de Valladolid Fotos: F. HERAS

C. MONJE

«A ver si este verano hago unos cuantos cuadros», decía Félix Cuadrado Lomas en una entrevista para este periódico en diciembre de 2015. Y los hizo. Entonces exponía en el Museo de la Universidad de Valladolid; había aceptado la invitación para mostrar su obra solo tras pintar algunos óleos nuevos. Ahora cuelga en la iglesia de las Francesas vallisoletana (hasta el 30 de junio) pinturas fechadas entre 1956 y 2017, creaciones desde sus primeros tiempos como artista hasta las más recientes de una trayectoria que supera los sesenta años.

Un paisaje primaveral recibe al visitante; escrito en el cuadro, la localización: «Desde la atalaya», una referencia que en el caso de Cuadrado Lomas conduce de inmediato a la localidad vallisoletana de Simancas y que da título a la exposición. Es uno de los últimos, de 2017. Al lado, «Paisaje escueto» y «La calima», en los tonos ocres dorados tan característicos del autor, fechados un año antes, en ese verano en que se proponía salir al campo a pintar pese a las trabas que le ponen los años y sus achaques.

También de 2016 data «Chopos en el regato», pero su pintura última no se detiene en esos parajes familiares que ha reinterpretado una y otra vez siempre con una mirada renovada, sino que vuelve a otros de los temas recurrentes en su catálogo. Entre varios desnudos femeninos de los años ochenta, otro «con libro» y la que define a pie de óleo como «oda al amor carnal, humano y libre en un terrenal edén que puede perderse», firmados hace tres y dos años, respectivamente. El bodegón que inaugura cronológicamente la exposición se sitúa al lado de otro «de cerezas» de 2016 y frente a aquellos característicos de los años setenta con cabezas y carne de animales.

«Desde la atalaya» exhibe, además, otros caminos menos transitados por el pintor. Es el caso del reciente «Los pies de Cristo», un escorzo que remite a la «Lamentación sobre Cristo muerto» de Mantegna, aunque aquí la sábana cubre todo el cuerpo salvo las manos y los pies. O de «La terna», que se inscribe en uno de los bloques temáticos de la obra de Cuadrado Lomas: los toreros, pero acometido desde un estilo inusual en él. Esta obra de 1960 entra en el terreno del «cubismo sinténtico, no analítico», según el propio autor. Aunque los tonos oscuros dominantes lo alejan de sus colorido habitual, el pintor ha confesado cierta debilidad por esta obra, que vendió en su día, terminó de nuevo en el mercado y consiguió recuperar hace unos años.

La exposición se completa con dos vitrinas de dibujos a tinta china, a veces coloreados con acuarela, en los que encuentran cabida paisajes urbanos (Valladolid o Ávila), poco frecuentados en su pintura, o parajes de otros lugares más lejanos, como México o Marruecos.

El conjunto -señala la comisaria, María Aurora Viloria-, permite «contemplar la evolución de un pintor que ha avanzado constantemente en la búsqueda de lo esencial sin dejar de ser fiel a sí mismo».

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