Antonio Piedra - No somos nadie

Hasta las trancas

En toda esta indecencia, orquestada desde el Ministerio de Cultura, hay una persona que ha defendido en solitario y con dignidad el valor histórico y cultural del Archivo: el investigador Policarpo Sánchez

Antonio Piedra
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Aunque también va por ellos, no lo digo por el Gobierno en funciones, o por los políticos que funcionan desde el 20-D sin dar un palo al agua, ni por los actores del cambio que dicen misa a diario sin perder soldada. Me refiero a problemas concretos. Por ejemplo, a la persecución abyecta y vejatoria del Archivo de Salamanca que -gracias a la acción coordinada de los gobiernos del PSOE y del PP- sigue imparable su destrucción histórica porque, desde la Moncloa y el Congreso, se lanzan minas de destrucción masiva contra la cultura nacional de un pueblo. Vergüenza universal de yihadistas con bula democrática.

La desvergüenza, consagrada con piqueta y saqueo, ha llegado a tal degradación legal, que hasta el cunero por Palencia en las pasadas elecciones -o sea, el actual ministro de Cultura en funciones- tuvo los soberanos bemoles de silenciar en campaña asunto tan sensible en Castilla y León por una razón: no molestar a los independentistas catalanes.

¡Qué chorrera de pantalones con palominos secos! ¿Por qué no habló del Archivo el blanducho Méndez de Vigo? Porque ya estaban en el juego de Sánchez: cómo acostarse con nacionalistas y podemitas sin que se note demasiado. Es más, en su propio ministerio, con el excomunista Severiano Hernández, ya tenía de Vigo la cama y la colcha morada bien extendidas como en el Ayuntamiento de Madrid.

Las similitudes con el Archivo, mientras no se demuestre lo contrario, son letales para la memoria histórica. ¿Quién, según cuentan, clasificaba papeles a medio gas y los embuchaba en cajas con destino a Barcelona, durante los fines de semana, aprovechando la falta de control por parte de funcionarios del Archivo? Las fuentes señalan a una hermana de la actual pareja de Severiano Hernández: cubana, castrista, revolucionaria, y bien pagada con dinero público del ministerio de Cultura. Eso sí, la señora, al parecer, iba convenientemente escoltada por el marido, como en las películas de contraespionaje. Lo que explica la falta de profesionalidad, el incumplimiento de la ley, y el bagaje bananero y venezolano.

En toda esta indecencia, orquestada desde el Ministerio de Cultura, hay una persona que ha defendido en solitario y con dignidad el valor histórico y cultural del Archivo: el investigador Policarpo Sánchez. La última de sus acciones -de hace tan sólo unos días- ha consistido en presentar al presidente de la Generalidad, y al presidente de la España en funciones, 24.000 firmas solicitando la devolución de los documentos robados y el cumplimiento de la ley. Parece un chiste malo para políticos culturalmente perniciosos. Pero así lo exigen firmantes de los cinco continentes. Hasta las trancas, así se expresaba un usuario de Facebook que rubrico: «Un hombre, Policarpo Sánchez, contra la Generalitat catalana, mientras tanto, Rajoy leyendo el marca».

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