Ignacio Miranda - Por mi vereda

Apagón y vámonos

«Queremos atraer empresas, damos facilidades, pero así resulta complicado ser competitivo»

Ignacio Miranda
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Ahora que tanto porfían los psicólogos en la importancia de la empatía o capacidad de ponerse en el lugar del otro, merece la pena hacer un ejercicio de este tenor para revivir la situación, entre insólita y grotesca, que soportaron el pasado sábado los vecinos de varios pueblos de Segovia. Como millones de españoles, estaban delante de la televisión para ver la final de la Champions en Milán decenas de residentes en Abades, Garcillán, Martín Miguel y Valverde del Majano, que abonan religiosamente su factura eléctrica, cuando de repente se fue la luz.

Hay que jeringarse porque ya tiene días el año, feriados y laborables, para tocar justito un apagón esa noche. Del estupor inicial ante la desdicha, los ánimos fueron pasando al cabreo generalizado, tanto en las casas como en los bares.

El de Abades, por ejemplo, se quedo sin clientela. Unos fueron a buscar el socorrido transistor a pilas como antaño el 23-F. Otros, que barruntaban lo peor porque conocen incidencias similares, cogieron sus coches para ir a municipios próximos o a la capital con tal de seguir el partido. Algunos recordaban a los privilegiados que se sientan en el consejo de administración de la compañía eléctrica -incluso a sus difuntos-, tan proclives a recoger beneficios pero tan remisos a mejorar el servicio.

Al final, la avería en el transformador de marras se solventó durante la segunda parte, por lo que el corte no fue nada comparado con Venezuela. Más allá de la anécdota, lo ocurrido refleja hasta qué punto existe un deficiente mantenimiento de la red en el medio rural. Otras veces se cae internet. Queremos atraer empresas, damos facilidades, pero así resulta complicado ser competitivo. Tenemos una de las tarifas eléctricas más caras de Europa, por los impuestos y las renovables, que ha subido un 70% en seis años. Algo falla, desde luego. No sólo un sábado noche.

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