Alejandro J. García Nistal - Noción personal

La fundación sin fundamento

«Castilla y León sigue sangrando por las costuras con las que se unió a nueve provincias en un ente solo»

ICAL

«A Villalar, a Villalar, hasta enterrarnos en el mar»… Un mar de trigo amarillento cuyo viento provoca la similitud de las olas en la amplia meseta castellana. Hemos adaptado los versos clásicos a nuestra manera porque de lo bueno se escoge lo que más se necesita. Y Castilla y León, con casi cuatro décadas de Comunidad autónoma, sigue sangrando por las costuras con las que se unió a nueve provincias en un ente solo.

Como fisura mal cicatrizada, de vez en cuando el pus revisionista se resiste a desaparecer. Por León, por el Bierzo, por Zamora y por Salamanca, el Viejo Reino rescata lo que nos diferencia refrescando la memoria de la unión de dos regiones históricas en una Comunidad.

El provincialismo paleto, sí paleto, sigue vigente en el sustrato de la idiosincrasia de nuestra autonomía, que si bien a las claras ha favorecido a Valladolid y Burgos, el eje del desarrollo, el victimismo reinante no es la postura a seguir por políticos que, como garrapatas, viven de los ismos y los istas instalados en el lamento a la espera de la subvención, del maná que caiga del cielo olvidando enfrentarse con la realidad y llevar el tema a donde debe.

Asumir la historia contemporánea y el devenir de los tiempos es duro para una parte de nuestra sociedad, pero es un hecho imparable, un acto zanjado cuya oposición tiene corto recorrido y más de intereses personales utilizando a la «clá» para hacer ruido.

Y la Fundación Villalar, creada con el fundamento principal de crear conciencia autonómica tocó a sin fin porque sí. Dando alas de victoria simbólica a leonesistas, bercianistas y demás istas. Craso error el del presidente de las Cortes, Luis Fuentes, el ciudadano que estirpó el quid de la cuestión de manera más cómoda y simple: ¿Qué Villalar crea problemas?, ¡pues fuera su Fundación! Así no, así no…

El día de la Comunidad era el día San Ikea a Coruña, a Valladolid o a Oviedo. Esa es la única verdad. Castilla y León existe, pero como corazón de la España universal.

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