Toreros con nombre de mujer

Aunque a Rosana Toledo y Estrella Magán las separan 15 años, su historia es idéntica: cuando de niñas dijeron que querían vestirse de luces, nadie les creyó

Rosana Toledo y Estrella Magán entrenan con el capote en la pista de atletismo de Torrijos Luna Revenga
Juan Antonio Pérez

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Ya se les pasará, decían a su alrededor. Las historias de Rosana Conejo Valero (Mora, 1984) y Estrella Magán Santamaría (Toledo, 1999) empezaron igual. Con un «nadie nos hacía caso» , un «no nos tomaban en serio» y un «ya verás cuando se pongan delante». También con un «en casa no querían, pero...», ¿pero? Que, al final, el deseo, las ganas y la ilusión se impusieron.

Rosana y Estrella son toreros con nombre de mujer. Aunque las separan 15 años, su adolescencia fue idéntica: en vez de salir con las amigas, querer ser bailarinas, aprender a tocar el piano o jugar al fútbol, les dio por coger un capote y una muleta. Y entrenar, y entrenar.

«La primera vez que me puse delante de una becerra me temblaba hasta la voz. Ya no me acuerdo de cómo estuve, supongo que tendría mucho miedo», dice Rosana sentada en un banco de la pista de atletismo de Torrijos, donde vive, mientras su hijo Cayetano, de cuatro años, corretea.

Rosana: «La primera vez que me puse delante de una becerra me temblaba hasta la voz»

Al lado de Rosana está Estrella, envidiosamente joven, que también recuerda su estreno: «Toreé una becerrita en Gerindote. Estuve muy mal y me pegó unas cuantas volteretas. Tuve miedo, pero a estar mal, porque, obviamente, yo sabía que no podía estar bien porque no había entrenado mucho».

Rosana Toledo toreó mucho sin caballos. Ahora, con un niño de cuatro años, dice que sus prioridades en la vida han cambiado Luna Revenga

Las dos torean este sábado (a partir de las 11.30 horas) en la plaza de toros de Toledo, en el tentadero organizado a beneficio del banco de alimentos. Una cita en la que también se anuncian Víctor Mendes, El Fundi, Uceda Leal, Eugenio de Mora o Alberto Aguilar.

Rosana Toledo, como así ha aparecido siempre en los carteles, no tomará nunca la alternativa, pero hubo un tiempo en el que soñaba con ser la nueva Cristina Sánchez . Sin embargo, las prioridades en la vida cambian. «Ya he llegado adonde tenía que llegar. Para ser torero tienes que estar dispuesta a que te quite un toro de en medio y en mi caso, desde que nació mi hijo, no pienso en eso», explica con naturalidad. Su tope han sido las novilladas con caballos.

Se aficionó a los toros por su hermano José Luis y un muchacho del pueblo, Tomás López, hoy banderillero. Con 13 años, Rosana se apuntó a la Escuela Taurina de Toledo. Sus padres nunca le compraron nada. «Fui toreando con cosas que me iban dejando. Luego les fui convenciendo porque veían que mi dedicación al toro me quitaba tiempo de todo», cuenta.

En 2001 se vistió de luces por primera vez en El Toboso y durante tres temporadas toreó mucho, unos 30 festejos por año. Rosana reconoce que al principio ser mujer, ser algo distinto a lo que todos los días se veía en los ruedos, le benefició. En 2004 debutó con picadores en Tobarra, dentro del concurso «Puerta Grande» que organizaba la televisión de Castilla-La Mancha. Iba lanzada, pero en la siguiente novillada, en Manzanares, un novillo la dejó en silla de ruedas durante meses al sacarle la cadera y fracturarle la clavícula.

«En ese momento tenía 30 novilladas contratadas», dice con resignación. Aquello fue algo así como un tren que va lanzado y, de repente, en una curva, descarrila. «Todo el mundo me decía que el próximo año se acordaría de mí, pero nadie lo hizo», relata. Rosana volvió, aunque ya nada fue lo mismo: se hinchó a torear festivales sin caballos y solo, muy de vez en cuando, novilladas. Hasta participó otra vez en «Puerta Grande».

Rosana quiso ser la nueva Cristina Sánchez, ahora solo torea «por divertirme y porque lo llevo dentro»; Estrella sigue con la ilusión intacta: «Me gustaría ser figura del toreo» Luna Revenga

El toro del cáncer

Pasó el tiempo y en 2011, con solo 27 años, le detectaron un cáncer de mama. Entonces el toro, si es que algún día le había quitado algo, se lo devolvió: «Me agarré a entrenar, para no estar parada y metida en casa. Gracias a eso, me recuperé antes». Luego vino al mundo Cayetano y, pese a que «nunca he decidido retirarme del todo», ahora solo torea «por divertirme y porque lo llevo dentro».

Precisamente Rosana tuvo mucho que ver en que Estrella quisiera ser torero. «Mi padre es muy aficionado y siempre me llevaba. Una vez, en la plaza portátil que montaban en Azucaica (un barrio de Toledo), la vi torear y me impresionó bastante», cuenta Estrella.

Si una chica podía, ¿por qué ella no? «Empecé que a decir que quería ir a la Escuela Taurina de Toledo y mis padres me prometieron que me apuntarían si sacaba una media de notable en las notas del instituto».

Así fue. En 2014, con 15 años, acudió por primera vez al centro. Lo hizo sin saber «absolutamente nada», reconoce. Cuatro temporadas después, Estrella acumula 24 becerradas y una novillada sin caballos. Su debut de luces, vestida de azul marino y oro, fue el pasado 13 de agosto en Valmojado, donde cortó tres orejas.

Estrella Magán debutó de luces el pasado 13 de agosto en Valmojado y cortó tres orejas Luna Revenga

Este curso ha cambiado la Escuela de Toledo por la de Navas del Rey (Madrid), a la que acude a entrenar dos días por semana. A sus 19 años, la ilusión sigue intacta: «Me gustaría ser figura del toreo. Aunque es muy difícil, voy a luchar por ello».

Estrella: «Cuando ven mis fotos en Instagram, la gente se sorprende y al día siguiente me pregunta en clase»

En el año del «Me Too» , de la explosión del feminismo, Rosana y Estrella admiten que a veces se han sentido discriminadas en un sector, el de los toros, (casi) exclusivamente de hombres. Sin embargo, declinan contar ejemplos concretos.

Ambas pertenecen a generaciones diferentes y, quizá por ello, su visión de la fiesta también lo es. Para Rosana, «la sociedad está consiguiendo que nos avergoncemos de que somos taurinos y parece que lo tenemos que tapar; la culpa también es nuestra, hay que sacar la cara».

No es el caso de Estrella, estudiante de Derecho y ADE en la Univeridad de Castilla-La Mancha: «Cuando ven mis fotos en Instagram, la gente se sorprende y al día siguiente me pregunta en clase. En la universidad los toros se respetan, nadie me ha rechazado por eso». Y añade, con orgullo: «Las redes sociales están para mostrar lo que nos gusta y yo en ellas expreso mis sentimientos».

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