VIVIR TOLEDO

Los paseos toledanos de «Tristana» con Luis Buñuel en 1969

Se cumplen 50 años del rodaje de la mítica película en la ciudad de Toledo

Fotograma de la boda entre Don Lope y Tristana en la iglesia de San Justo

RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN

Hace ahora cincuenta años.

Fue en un frío mes de noviembre de 1969 cuando el director de cine Luis Buñuel (1900-1983) forjaba en Toledo un viejo anhelo: llevar a la pantalla la galdosiana obra de Tristana . Un filme que unió dos ilustres nombres de la literatura y el cine español atraídos por una ciudad que vivieron a fondo en épocas distintas.

Galdós eligió Toledo para encuadrar su novela Ángel Guerra en 1891. Un año después publicó Tristana , una historia que situó en el madrileño barrio de Chamberí con tres personajes principales. Don Lope, un decadente y libertino caballero que asume la tutela de la huérfana Tristana Reluz a la que intentará seducir de inmediato. Mientras crece el odio hacia su protector, ella descubre el amor que le declara el pintor Horacio Díaz. Tras un grave revés de salud, la joven se atará al viejo don Lope con una boda de interés al observar que el artista ya ha borrado su romántica pasión.

Son numerosos los análisis en torno a la adaptación que Buñuel hizo de la novela de Galdós. Él mismo y el escritor Julio Alejandro (1906-1995) elaboraron en México el guion que, sin alejarse de la historia original, recogía algunas claves del maestro de Calanda. En 1983 afirmó: «puse en Tristana muchas cosas a las que toda mi vida he sido sensible, como el campanario de Toledo y la estatua mortuoria del cardenal Tavera». Sin embargo, la película no explicita que el relato discurre en Toledo, destino que frecuentó en sus años juveniles con la peculiar Orden de Toledo que fundó en 1923.

En sus etapas mexicana y francesa, Buñuel ya había incluido una fugaz imagen toledana en Viridiana (1961) y Belle de jour  (1967), sin lograr, desde 1963, el permiso de la administración franquista para dirigir en la ciudad la historia de Tristana . A punto de llevarla a Coimbra, las trabas decayeron en 1969 tras una mediación ante el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga , que le anticipó la ausencia de inconvenientes desde los servicios de «apreciación y censura» para autorizar el rodaje. El 7 de octubre, la Comisión Permanente del ayuntamiento toledano aprobaba fijar un canon de 60.000 pesetas a Época Films -una de las tres productoras de Tristana- por el «rodaje de película». Esa Comisión en una sesión anterior (30 de septiembre) había exigido otros trámites a Coral Films, interesada en realizar unas tomas en el Teatro de Rojas para El Relicario , film que dirigía Rafael Gil con Carmen Sevilla como protagonista.

Las sesiones de Tristana en Toledo arrancaron el 28 de octubre en Tavera, luego ocuparon el mes de noviembre en otros lugares de la ciudad. Se filmó en el paseo del Tránsito y en el entorno de Santo Tomé. La boda de don Lope y Tristana se rodó en la iglesia de San Justo, moviéndose la producción por aquel popular barrio. Los actores y extras poblaron la calle de la Ciudad, Zocodover, San Pedro Mártir, Santo Domingo el Real, el paseo de Recaredo, la Estación de Ferrocarril o el Cigarral Loreto.

Sin embargo, aquel despliegue tuvo un parco trato informativo en las páginas de El Alcázar . El 8 de noviembre incluyó una colaboración de Hilario Barrero ( Luis Buñuel de lejos,) con fotos de Vasil, cuando el equipo rodaba en el Tránsito. El autor reconocía al director como «el niño terrible del cine español» y citaba el rechazo a ser fotografiado mientras atendía a Catherine Deneuve y Fernando Rey . Barrero refería el interés que el nuevo filme despertaba en varios países, como había sido Viridiana , la película que «no pudimos ver los españoles», prohibición que alcanzó hasta 1977. El mismo diario acogió el 8 de diciembre un texto de Juan Antonio Villacañas ( Toledo , Cine) sobre los profusos rodajes en Toledo explicados por el valor fotogénico de la ciudad. Sobre Tristana advertía que «un buen director y unos buenos intérpretes», eran el foco de atención de las «gentes sencillas» que curioseaban la grabación y los molestos cables que cubrieron la plaza de Alfonso VI durante un rodaje nocturno. Fuera de la información local, El Alcázar (10 de diciembre) denunciaba la gran diferencia de los contratos de Catherine Deneuve (29 millones de pesetas) y los 14 de Franco Nero , frente a las 400.000 pesetas asignadas a Fernando Rey , cuando él era «el personaje más trascendental».

Mayor atención brindó la edición local de Nuevo Diario –que dirigía Luis Moreno Nieto - con fotografías tomadas por Ángel Galán, aunque firmadas como Foto Flores. Francisco Zarco dedicó un artículo (12 de noviembre) a la Deneuve, -«la imagen de Tristana en Toledo»-, citando a su exmarido el director Roger Vadim y a su hermana, la también actriz Françoise Dorléac , fallecida en accidente de automóvil. El 23 de noviembre, al hilo del filme, en su habitual sección Bajo los soportales, el periodista evocaba la presencia de Galdós en Zocodover o recorriendo otros rincones toledanos.

F. Zarco y su compañero de redacción, J. H. Ponos , firmaron conjuntamente cuatro artículos más. Aunque siguieron a Buñuel por el Hotel del Lino y en las ventas de Carranza y de Aires, no lograron recoger ninguna declaración exclusiva, pues siempre lo protegía el «estado mayor» del rodaje. En cambio, en el Lino, cosecharon respuestas de Franco Nero y Fernando Rey , incluso, compartieron fotografías con ambos. El actor italiano le confesó detalles de su vida y de su actividad cinematográfica. Fernando Rey les reconoció su orgullo por trabajar con Buñuel y el recuerdo de tres rodajes en Toledo: Ultimas banderas (1954), U na aventura de Gil Blas (1955) y El Greco (1966).

Durante aquel mes, otros periodistas citaron las visitas a Toledo de amigos de Buñuel, como el guionista Jean-Claude Carrière y el director François Truffaut . Anges Castelló , en Nuevo Diario , reflejó la presencia de la actriz británica Vanessa Redgrave, esposa de Franco Nero, con Carlo, el pequeño hijo de ambos, durante un fin de semana. Entrevistó a la pareja mientras comían en «la tasca típica La Cubana», el día que precisamente, tenía lugar una sesión de trabajo en la cercana Estación de Tren.

En diciembre, el rodaje continuó en los estudios madrileños Verona. Allí el escenógrafo y arquitecto criptanense Enrique Alarcón (1917-1995) reprodujo la enroscada escalera del campanario catedralicio y el interior de El Español , el café más popular de Zocodover. En marzo de 1970, Tristana obtenía el placet de la Junta de Censura y Apreciación de Películas. El estreno aconteció el 29 de aquel mes, en el Cine Amaya de Madrid. Después llegarían los premios otorgados a la película, a Luis Buñuel, Fernando Rey y Lola Gaos . En un plano anecdótico, el filme fue el primero que Iberia proyectaría en los flamantes aviones Jumbo adquiridos para largos recorridos en 1970.

Un frío mes de noviembre de 1969, Buñuel tributaba por fin su homenaje a Galdós y a Toledo con una obra que enriquecería su larga filmografía cerrada en 1977.

El investigador Rafael del Cerro, autor del texto
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