Don Juan Tenorio sigue seduciendo al público

El Teatro de Rojas se ha apuntado a la tradición con la puesta en escena de Amarillo Producciones, en versión de Miguel Murillo, y el «Don Juan» se ha hecho carne teatral en la época del feminismo y del «me too»

«Don Juan Tenorio» se ha vuelto a representar en el Teatro de Rojas ABC

Antonio Illán Illán

Fiesta de Todos los Santos y de los difuntos. Tradición iniciada a mediados del siglo XIX: la representación de «Don Juan Tenorio» de José Zorrilla, la obra que más veces ha subido a un escenario del teatro español. El Teatro de Rojas se ha apuntado a la tradición con la puesta en escena de Amarillo Producciones, en versión de Miguel Murillo, y el «Don Juan» se ha hecho carne teatral en la época del feminismo y del «me too». A pesar del gracejo del verso y la historia popular y conocida, es una obra cuyo contenido hoy huele a naftalina.

José Zorrilla estrenó, su obra fundamental, «Don Juan Tenorio» en 1844, en la que encontramos el romanticismo edulcorado propio del autor así como su facilidad versificadora no exenta de abundantes ripios. El «Don Juan» de Zorrilla, incorporado al ritual del casticismo hispano, es una versión pseudoromántica del burlador de Tirso de Molina, cuyo personaje es de más enjundia. El de Zorrilla es un burlador atemorizado que es redimido y salvado a través del amor y de la pureza femenina. El satanismo de Tirso ha sido sustituido por una especie de jesuitismo casuístico: el vendaval erótico del primer don Juan ha sido aquí recortado y, sobre todo, moralizado. Aquí ya no podemos hablar de romanticismo liberal, sino de un romanticismo domesticado.

Que la representación del Tenorio se haya mantenido como tradición durante siglo y medio tiene que ver con la relación directa entre el contenido de la obra y las emociones de las personas recordando a sus allegados fallecidos. Recordemos que el acto final tiene lugar la noche de Todos los Santos . Así mismo, son algunas las escenas que se desarrollan en un camposanto, donde los muertos cobran vida. A estos elementos, cercanos al sentimiento de la gente en estos días de Todos los Santos y de los difuntos hay que unir los recursos de índole dramática que emplea Zorrilla en la segunda parte de la obra como son la muerte, la presencia de fantasmas, la redención y la salvación del alma. Todo este cúmulo de recuerdos, emociones, sentimientos y realidades es lo que fue haciendo a lo largo de los años que la obra se representase en estas fechas.

La versión de Miguel Murillo , dirigida por Pedro A. Penco, está aligerada (peinada, que dicen los entendidos) de reiteraciones y de algunos textos, hoy quizá poco comprensibles, en la que en ocasiones no se entiende bien el engarce de los versos, como si prescindiera de ellos. Lo esencial se hace más evidente. En cambio es de agradecer que se ofrezca mayor claridad y un punto de frescura que acerquen algo más al público ese imposible que representa el don Juan –también el don Luis- como personaje veleidoso, violento y machista. Acercamiento que también se ve en la dramaturgia, pues, si en el original la acción ocurre en el siglo XVI, en esta propuesta lo hace en el XIX, como bien se deja ver en unos excelentes figurines de época.

En una escenografía ecléctica pero funcional, cuyos cambios acaso requieran más agilidad, se ha llevado a cabo una interpretación correcta, aunque mejoraría si algunos actores trabajaran más la vocalización y la proyección de la voz, cuyo sonido a veces se diluye. Guillermo Serrano ha dado bien el tipo de un don Juan, ardoroso y juvenil, no tan chulo como se le suele presentar, aunque quizá demasiado iracundo y más cabreado que pasional, muy bien contrastado entre el altivo de la primera parte y el más humano de la segunda. Ha sorprendido que, en la escena del sofá, se sitúe tan alejado de doña Inés y más que dirigirse a ella se dirige a la luna. Ana Batuecas ha encarnado una doña Inés muy realista en su ingenuidad, que acaso requería más expresividad de emociones y sentimientos. El resto del elenco: Fermín Núñez , como don Luis, da una buena réplica a don Juan; Rafael Núñez borda un don Gonzalo; Francis Lucas, Memé Tabares, Juan Carlos Castillejo, Javier Herrera, Elena de Miguel y Gema González han desarrollado un buen trabajo recreando con precisión de matices a los personajes (algunos han doblado) que tenían que interpretar. Hay que significar también especialmente al simpático Ciutti que ha encarnado Francis Lucas y la muy sevillana Brígida por Mamé Tabares.

La música en general, salvo en algunas escenas en las que sonaba el piano, no encajaba bien con la obra y resultaba con frecuencia estridente y extemporánea y dificultaba la perfecta audición de los textos.

Independientemente de críticas y conceptos renovadores, la verdad es que el «Don Juan Tenorio» sigue teniendo su público afecto. El Teatro de Rojas se ha llenado con muchas personas que no son espectadores habituales. Todos han aplaudido con ganas al final del espectáculo.

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