José Francisco Roldán

La conformidad en los juicios orales, ¿un mercadeo para rebajar penas?

«Si se preguntara a los perjudicados de esos delitos, ¿habría conformidad?»

Cuando se trata de reducir recursos por parte de los abogados de las defensas, que tienen como objetivo salvar a los acusados o rebajar sus posibles penas, hablamos de una negociación que llevará a un pacto previo a las conclusiones en el juicio oral. Ese mercadeo, justificado en base a criterios de economía procesal, ignora la opinión de quienes padecieron las perversas consecuencias de los delitos. Las víctimas, una vez más, arrastradas por cuestiones burocráticas, quedan a un lado de la conclusión justa del procedimiento.

Tanto esfuerzo policial, desasosiego en los afectados, citaciones que pueden reiterarse en el tiempo, dilaciones poco justificables por maniobras de los que ralentizan aquello que debería ser más ágil, queda olvidado o amortizado en aras de argumentos que muchos no llegamos a entender. Porque el objetivo de la Justicia, además de hermosos eufemismos preñados de buena fe , debe ser la retribución legal de conductas ilícitas que han podido causar mucho mal. Y ese comportamiento ejemplarizante está vinculado a la tranquilidad de los que viven en sus casas o pasean por las calles, verdadera misión sagrada de quienes deberían proteger sus vidas, honor y hacienda.

Pocos entienden que un esfuerzo económico y el compromiso de quienes han estado sacrificándose por descubrir el delito y sus responsables queden reducidos a una negociación para adelantar lo que debería tener todas sus consecuencias. No se comprende la rebaja de penas para cubrir otros objetivos que no tienen nada que ver con la justicia; ese sagrado anhelo que esperan, legítimamente, las víctimas de infracciones, algunas muy graves, y que pueden quedar desamparadas frente a sucesivos ataques por parte de esos beneficiados.

Los policías, que notan y aprecian las desgracias de los que padecen delitos, observan con estupor las numerosas citaciones para juicios que no se celebran por llegar a los acuerdos entre quienes buscan la conformidad. Los policías, que pierden tiempo estéril, si fueran consultados, nunca aceptarían esos arreglos que ningunean su trabajo. Pero los servidores públicos están acostumbrados a determinados menosprecios sociales, que asumen porque entiende el trabajo como un compromiso social, que repiten una y otra vez, a sabiendas de que, muchas veces, resulta trivial para lograr la seguridad en las calles, donde sus vecinos piden apoyo y respuestas eficaces de quienes están procurando que los acusados se conformen.

Si se preguntara a los perjudicados de esos delitos, ¿habría conformidad? En algunos casos, resarcidos daños y efectos negativos, probablemente aceptarían un arreglo, porque huyen del proceso y sus molestias, pero con la sensación de haber dejado el asunto a medias.

José Francisco Roldán Pastor , comisario jubilado del Cuerpo Nacional de Policía

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