Vacunas preelectorales (I)

El Gobierno de Canarias se ha aplicado con afán a grabar, regular y subvencionar la actividad turística

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Uno de los presidentes de los EEUU más denostados por la izquierda y los antisistema del mundo por su pertinacia en hablar claro, con un lenguaje sensato y tan lleno de sentido común que hasta la oposición podía entender, fue Ronald Reagan. Negociaba lo que podía negociar, pero se mantenía firme en lo innegociable y en todo aquello que tenía relación con los principios básicos constitucionales e ideológicos que conformaron ese gran país. Parafraseando la célebre y lapidaria frase de Millán Astray, “demagogias, las justas y precisas”, le espetó a Mijaíl Gorvachov cuando presumía de perestroika y de glasnost en Berlín, para gran escándalo de los socialistas españoles con Felipe González a la cabeza, “Secretario general Gorbachov, si usted busca la paz, si usted busca la prosperidad para la Unión Soviética y Europa Oriental, si usted busca la liberalización: ¡Venga a este muro! ¡Señor Gorbachov, abra esta puerta! ¡Señor Gorbachov, haga caer este muro!”.

Ahora que los partidos políticos comienzan a soltar propuestas y ocurrencias varias para procurar captar el voto indeciso que sólo parece querer oír eslóganes más o menos manidos cuando no decimonónicos, conviene recordar otra afortunada cita de Ronald Reagan pronunciada durante una conferencia con representantes de la pequeña empresa en 1986, hablando de economía y lo que solían hacer los gobiernos con ella: “Si se desarrolla, gravarla. Si se mantiene activa, regularla. Y si deja de avanzar, subvencionarla”.

Parece que esa lapidaria frase, tan real como los impuestos o la muerte, viene muy a cuento en estos momentos electoraleros en que los políticos gustan de prometer dádivas sin cuento y regular todo lo regulable, al tiempo que ofrecen subvencionar cualquier cosa ruinosa pero que parezca importante. Como muy bien señala el economista Daniel Lacalle, “si a un impuesto, por duplicado o injusto que sea, le añadimos el calificativo de 'verde' o 'social', parece que nos lo tenemos que tragar”. Así el Gobierno de Canarias se ha aplicado con afán, a mi entender liberticida, de grabar, regular y subvencionar, por ejemplo, la actividad turística. La agria polémica sobre los hoteles de cuatro estrellas, o la modernización subvencionada si se introducen molinillos o placas solares, energías limpias las llaman, lo corrobora.

Una segunda vacuna contra mensajes políticos tan vacuos como sectarios, pero de gran éxito parasitando los presupuestos y logrado imponer una forma peculiar de hablar y entender lo “políticamente correcto”, es la que protege de los excesos del lenguaje no sexista. En un solemne comunicado emitido por el grupo claustral en la ULL de la Asociación Canaria de Estudiantes, ACE, solicitan “la erradicación del sexismo en el lenguaje y el fomento de la comunicación incluyente y no discriminatoria mediante la elaboración y aprobación de un reglamento marco que deba ser observado antes de la elaboración de cualquier texto, norma o acuerdo”. Poco parece importarles el grave deterioro de la enseñanza para perder un sólo minuto en esa tarea de darle la vuelta al idioma para que todos, y todas, hablemos como ellos, y ellas, quieren que los hombres, y las mujeres, hablen alargando las frases e introduciendo farfolla, cosa de mucha apariencia y de poca entidad, posiblemente para que el político profesional parezca muy progresista.

Pero lo peor, a mi entender, es la justificación para tamaña preocupación: “la razón es simple y de hondo calado: somos un espejo en el que se mira la sociedad, formamos a quienes habrán de formar...”. Seguramente el mítico Narciso les inspiró tan honda reflexión estudiantil, olvidando que por su engreimiento, la diosa Némesis logró que se ahogara mientras se autoadmiraba. ¡Los pollitos enseñando a poner huevos a la gallina!

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