El papel de la pornografía para atacar a las mujeres

La Universidad de La Laguna celebra unas jornadas sobre la industria de la pornografía contra la mujer

R.L.P.

La profesora de la Universidad de Burgos, María Isabel Menéndez, explicó este martes que hay una relación entre la pornografía y la prostitución y cómo la primera se refleja en las industrias culturales. En su opinión, «la pornografía es una especie escuela de, por una parte, de la sexualidad de los varones y, por otra, de legitimar la prostitución».

Menéndez lanzó esta reflexión en unas jornadas del Instituto Universitario de Estudios de las Mujeres (IUEM) de la Universidad de La Laguna llamadas «Huellas de exterminio patriarcal. La Prostitución como instrumento normalizador de la violencia». El encuentro fue inaugurado por el vicerrector de Investigación, Francisco Almeida; la directora del instituto organizador, Inmaculada Perdomo; y la directora de las jornadas la profesora del Departamento de Sociología y Antropología, Esther Torrado.

Menéndez ha alertado de la «omnipresencia de la pornografía, muy accesible a través de Internet», y que niños y niñas consultan cada vez a edades más tempranas. «Y sus consecuencias son peores si no se cuenta con una adecuada educación afectivo-sexual ni en la escuela ni, probablemente, en las familias, de tal modo que el único discurso que reciben los chicos que llegan a la adolescencia es el de la pornografía, que está recorrido por la violencia», afirmó.

Cultura

Añadió que existe una «pornificación de la cultura popular», donde «los códigos de la pornografía se convierten en modelos de referencia y se ha legitimado ese tipo de representación, de manera que muchas personas no se cuestionan la hipersexualización que se aprecia y la violencia que esconde».

A su juicio, no cree posible que exista una pornografía feminista «desde el momento que la pornografía es un instrumento del patriarcado y, por mucho que se cambien determinados códigos, sigue existiendo la misma estructura detrás».

Apuntó que que se acusa de manera interesada a las feministas de ser «mojigatas» y de carecer de interés por la sensualidad y la sexualidad para defenestrar el discurso feminista. Por eso recalca que «si las mujeres tienen libertad sexual, es gracias a las feministas, que defienden esa libertad pero no su comercialización ni la violencia que ésta implica”.

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