«Páncreas», inteligente broche de humor a la «mid season» del Cuyás

El humor negro está servido desde el principio y en verso

Las Palmas de Gran Canaria Actualizado: Guardar
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«Páncreas» es una inteligente comedia negra en verso que resulta, sencillamente, brillante. Ritmo, chispa, frescura, actualidad y, sobre todo, reparto actoral excelente. El Cuyás acertó, una vez más, con traer la que, sin duda, es una de las obras de la temporada.

La historia, a priori, es sencilla. Javico, César y Raúl son tres amigos que se reúnen una noche. Pero no sólo no será una noche más, sino que nadie imagina que pueda ser la última.

En un sobresaliente «flashback» nos cuentan lo que sucedió la noche de autos entre estos tres hombres corrientes (en apariencia, tan sólo). Mantienen una estrecha relación nacida años atrás de la complicidad que da el compartir una terapia grupal.

Pero sus temores e inquietudes son bien distintos.

Javico necesita un trasplante de páncreas que no llega, lo que pondrá fin a su vida en cuestión de meses. (Aunque en el transcurso de la noche descubriremos que su alarmante dolencia era ficticia).

Raúl tiene como meta el suicidio, pero no antes de un año, pues se ha propuesto que la fecha venga marcada por su 60 cumpleaños. El motivo, bien meditado, nace del deseo de no llegar a desaparecer por la misma demencia senil hereditaria de su padre.

Y César, con familia propia, operado de corazón y en vías de desintoxicación por tabaquismo (podría ser calificado como el más corriente de los tres), que apuesta por una solución conciliadora de las necesidades de sus dos amigos.

Abrupta pero directa. Esto es, Raúl deberá suicidarse un año antes para así donar el páncreas que necesita Javico. El humor negro está servido desde el principio y en verso, lo que consigue envolver aún más al espectador en esta trama de enredo.

Sugerente arranque para una velada teatral en la que, con tintes satíricos, se trata temas como la amistad, la vida, el destino y, por supuesto, la muerte. Pero, por encima de todos ellos, la vulnerabilidad de los sentimientos más íntimos cuando llega la hora final.

Y el texto en verso, pero con el lenguaje más actual que se pueda imaginar, acentúa aún más los mil giros dados por este trío coral en el tejido de un singular enredo. Enriquece la estructura como función teatral.

¿Acabarán como amigos para siempre o, dadas las circunstancias sobrevenidas, será para toda la eternidad? La pregunta tiene ‘miga’ por el desarrollo mismo de la acción en una puesta en escena fantástica.

Una tonalidad gris uniforme en todo el decorado (como no podía ser de otra manera), con la única salvedad de los tres sombreros bombín de los tres protagonistas. De color magenta y como si de trileros del destino se tratara…

Javico, César y Raúl descubrirán sus cabezas para contarnos su historia, depositando cada uno su bombín sobre la chimenea del salón, dominando la escena casi (uno junto al otro). Preparados para el juego de la vida y de la muerte.

Alfonso Lara, Fernando Cayo y José Pedro Carrión son los tres lados remarcables de un triángulo perfecto de originalidad y diversión. Un trío actoral soberbio que tuvo además otra oportunidad añadida de demostrarlo de modo imprevisto…

Inesperadamente, la supresión de la «cuarta pared» partió del público. No se sabe bien si sobrecogida por el inminente fallecimiento de uno de los personajes, o por lo macabro que pudiera resultar el suicidio por un páncreas… Lo cierto es que una señora del respetable se desvaneció y tuvo que ser atendida por varios médicos (presentes como meros espectadores).

Pero la suspensión de la función durante unos diez minutos con las luces encendidas, y el desalojo de la señora que fue finalmente trasladada en ambulancia determinó que Fernando Cayo bajara del escenario para interesarse en medio de la confusión reinante. ¿Jugó la suerte?…

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