El dantesco negocio en Canarias de la explotación sexual de mujeres

El impulso del turismo genera un efecto llamada en un ámbito donde operan tres millares de prostitutas

R.L.P.

El aumento de la oferta de turismo y ocio nocturno por la derivación de visitantes procedente del sudeste asiático y del sur del Mediterráneo ha disparado las cifras de mujeres que se dedican a la prostitución.

El Instituto Universitario de Estudios de Mujeres ha elaborado un documento con entrevistas a mujeres en las islas. La mayor parte de subsaharianas y procedentes de América Latina. Con necesidad de mandar remesas a sus países de origen. El 100% ha sido víctima de violencia de género y reclutadas en España.

La profesora de la Universidad de La Laguna (ULL), Esther Torrado, del Instituto Universitario de Estudios de las Mujeres, afirma que «la violencia que se genera produce alto consumo en drogas y salud mental». Afirmó que las redes internacionales donde «las mujeres son un objeto de rentabilidad económica».

Procedencia

El 100% de las mujeres entrevistadas para el informe, que se realizó en 2017, declaró que fue víctima de violencia de género por parte de parejas, exparejas, demandantes de prostitución, proxenetas o familiares. La mayor parte de las extranjeras fueron reclutadas en España y todas afirman que han sufrido violencia sexual, social, psicológica o institucional, en este caso por el temor a que, si son madres, les retiren la custodia de los hijos.

Muchas señalan que han sufrido abusos o acoso sexual en la infancia y la mayor parte tienen escasos recursos económicos y formación académica, y una minoría tenía problemas de salud mental o drogas.

Por ello, las mujeres van «circulando» por las «plazas» disponibles en pisos y clubes de alterne y se desplazan en fin de semana desde las islas capitalinas a las que tienen «poca oferta», como La Palma, La Gomera y El Hierro. Lejos del mito de que la prostitución es un mundo fácil de vida alegre y opción voluntaria, la mayor parte de las entrevistas han afirmado que desean abandonar la actividad en el futuro, pero carecen de recursos para ello.

En cuanto al «discurso» que establecen los consumidores hay dos dominantes, el del «mercantilista misógino», el más peligroso y que corresponde a hombres con una imagen negativa de las mujeres como viciosas, materialistas y falsas, y que son el grupo con mayor riesgo de convertirse en agresores sexuales.

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