Local en el que, en julio de 2011, apareció el cadáver del padre de la menor, asesinado a hachazos
Local en el que, en julio de 2011, apareció el cadáver del padre de la menor, asesinado a hachazos - Fabián Simón
Tribunales

Cárcel para una abogada por desplumar 129.500 euros a una huérfana tras un macabro crimen

El padre de la niña fue asesinado a hachazos en Zaragoza y la letrada se apropió de parte de la millonaria herencia

Zaragoza Actualizado: Guardar
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Una abogada de Zaragoza de 45 años, Cristina R. P., acaba de ser condenada a tres años de prisión por haber desplumado 129.500 euros a una niña huérfana de padre. Se lo mataron a hachazos a mediados de 2011 cuando ella tenía 7 años. Se convirtió en heredera y la madre contrató a esa letrada para que llevara los trámites.

Ahora, la Audiencia Provincial de Zaragoza ha condenado a la abogada a prisión, a pagar 4.320 euros de multa y a devolver los 129.500 euros que le hurtó a la menor -que ahora tiene 12 años-, cantidad que deberá abonar sumándole los intereses legales acumulados desde que se hizo efectiva la herencia y, por tanto, desde el momento en que ese dinero debía haberlo recibido la menor, en noviembre de 2011.

El tribunal considera probado que la letrada cometió tres delitos: apropiación indebida -por el que le condena a dos años de prisión-, falsedad en documento mercantil -seis meses de cárcel- y estafa procesal en grado de tentativa -otros seis meses de prisión-.

La madre de la niña, Yodelaine Y. A. -de origen cubano-, conocía profesionalmente a la abogada desde hacía años. Recurrió a sus servicios profesionales por primera vez en 2004, cuando presentó una demanda de reclamación de paternidad contra Rubén F. E., demanda que fue estimada. Antes de que fuera asesinado, Rubén fue declarado legalmente padre de la pequeña.

Crimen macabro

El asesinato se produjo en 2011, pero tardó semanas en descubrirse. El fuerte olor a descomposición que salía de un local que había funcionado como cibercafé alertó a los vecinos. La Policía encontró el cuerpo sin vida de Rubén F. E. en un bloque de cemento.

Según reveló la autopsia, murió de 13 hachazos en la cabeza que le asestaron por la espalda. El autor fue condenado en 2014 a 23 años de prisión. Se trata del cubano Abdel Roca, que fue socio en algunos de los negocios de la víctima -entre ellos varios relacionados con la joyería y con la hostelería- y que tras el crimen huyó a Cuba, luego a Ecuador y posteriormente a Estados Unidos, donde acabó detenido.

Herencia millonaria

De esa dramática forma, la menor se convirtió en heredera del asesinado. La madre de la pequeña le dio poderes a la abogada ahora condenada para que se encargara de los trámites. La herencia fue valorada en más de un millón de euros, entre dinero en efectivo, inmuebles, joyas y efectos varios.

En abril de 2014, al ver el dinero de la herencia que se había «despistado», la madre le retiró los poderes a la abogada y le reclamó los 129.500 euros que faltaban de la herencia de su hija. La abogada, lejos de atender la reclamación, le contestó con una demanda contra la huérfana, a la que pedía 6.704 euros que -según decía- le faltaban de cobrar por honorarios profesionales.

Es decir, para justificar la apropiación de esa parte de la herencia, la abogada hizo ver -así lo considera el tribunal- que había pactado con la madre unos honorarios profesionales del 10% de la herencia, lo que suponían 135.200 euros.

Como indica la sentencia, esa cifra es a todas luces «desorbitada». Los honorarios tipo que tiene establecidos el Colegio de Abogados de Zaragoza para un caso de herencias como este están valorados en unos 14.000 euros más IVA. La abogada pretendía cobrar ocho veces más.

El tribunal considera que, en realidad, lo que hizo la abogada fue esgrimir unos supuestos honorarios pactados para que cuadrara con el dinero que se había quedado ilícitamente. De hecho, no existió contrato alguno por escrito entre la abogada y su cliente que fijara tal importe para los honorarios profesionales. Y el tribunal subraya que no es creíble que una letrada, sabiendo lo «desorbitado» que pretendía cobrar, hubiera dado por bueno un simple pacto verbal en vez de plasmarlo por escrito.

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