Exhumación de Franco

Última parada: Mingorrubio

Unos camareros escépticos, un cementerio tranquilo al final de una línea de autobuses y un bar presidencial esperan a Franco

ABC acudió a finales de septiembre al cementerio en el que el jueves serán reinhumados sus restos

Cementerio de Mingorrubio, en El Pardo (Madrid) Guillermo Navarro

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Frente al cementerio en el que el Gobierno pretende inhumar a Francisco Franco, en El Pardo, siempre hay autobuses verdes. Son los interurbanos de la línea 602 de la Comunidad de Madrid, que parten del Hospital de La Paz de la capital y terminan su trayecto en Mingorrubio, la misma parada en la que acabarán los restos de Franco después de un largo trayecto judicial.

Y los más perjudicados cuando se conoció que el Tribunal Supremo validaba las intenciones de La Moncloa para trasladar al dictador desde el Valle de los Caídos hasta este pequeño camposanto a las afueras de El Pardo fueron los conductores de aquellos autobuses. Estos trabajadores están acostumbrados a aparcar sus vehículos particulares, antes de empezar el servicio y sin problemas de aforo, en una pequeña explanada junto a las tapias del cementerio. Ese mismo punto estaba colonizado entonces por los coches de la prensa.

«Aquí no viene casi nadie y hoy casi no hay aparcamiento ni para nosotros», reía uno de ellos ese día de finales de septiembre. No descartaba que, tras la reinhumación, disfruten de más pasajeros en sus autobuses. «No descarto ni que vengan con la bandera de antes», pronosticó el conductor antes de ponerse al volante y comenzar sin pasajeros la ruta.

«Si hay lío, no vendré»

La tranquilidad del lugar, al menos por ahora, la conoce bien Francisco Calzada, un jubilado madrileño al que le agrada pasear por los montes que rodean el Palacio de El Pardo. «Vengo todos los días desde hace 42 años, pero si a partir de ahora hay lío, no vendré», se lamentaba el paseante, que no ve mal que los restos de Franco salgan del Valle de los Caídos con destino Mingorrubio. Eso sí, por un motivo de causa mayor: «Aquí es, al fin y al cabo, donde está su señora».

Terrazas de El Pardo, ayer por la tarde a la hora del café GUILLERMO NAVARRO

Los restos de Carmen Polo, esposa del dictador, reposan desde su muerte en el panteón familiar. El mauselo es una capilla, coronada con un campanario y una cruz y en cuya cripta propone el Ejecutivo inhumar a Franco. Se trata del enterramiento de este tipo más grande de un recogido y tranquilo camposanto en el que también descansan numerosos apellidos ilustres y antiguos dirigentes afines a Franco. Es el caso, por ejemplo, de Carlos Arias Navarro o Luis Carrero Blanco .

«Es una exageración»

«Yo me voy a ir a comer, eh». Con estas palabras dio por terminada su jornada matutina el jardinero del cementerio, acostumbrado a la soledad en un lugar bastante animado en virtud de los últimos acontecimientos. Como ya tiene cierta relación con los agentes de la patrulla de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) que la Policía Nacional ha dispuesto a las puertas del lugar para que no haya ningún altercado o acto vandálico, les entrega el testigo durante su hora de descanso y los agentes aprovechan los ratos de tranquilidad para comentar la jugada en pequeños corrillos.

Los camareros del Bar del Tío Antonio de El Prado, tras conocer la noticia GUILLERMO NAVARRO

En las terrazas también se hablaba de ello. «Es una exageración todo lo que se está montando», criticaban Elena y Manuel, los camareros del Bar del Tío Antonio, cuando conocieron que el Supremo daba vía libre al Ejecutivo. No creían que la entonces hipotética llegada de Franco al cercano cementerio fuera a llenarles la caja registradora. «Ni nos va a dar, ni nos va a quitar» , expresaba Elena, quien vaticinaba un «boom» de gente durante dos o tres meses pero se mantenía escéptica: «Como no venga la gente a verlo y después bajen al pueblo a comer...».

Quien no se dejaba ver por la plaza, pero es un fijo los domingos al desayuno en un discreto local de la zona, es el expresidente Zapatero . Según ha podido saber ABC, en ese mismo lugar también se deja ver Pedro Sánchez . «Pero muy poco», remarca uno de los camareros, no sea que alguien piense que la idea de inhumar los restos de Franco frente a la última parada de la línea 602 de los autobuses interurbanos surgió allí entre café y café.

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