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«Le pusimos el azul al PP»

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Madrid Actualizado: Guardar
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Álvaro Pérez, «El Bigotes», llegó con los tobillos al aire, camisa rosa y un bolso de mano. «No digas que es militar, yo no he ido de militar en mi vida. Es ca-mu-fla-je». Su barba, bien mirada, no es tanto barba como un disimulo del bigote, que ahí está.

Antes de entrar en la sala parecía el padre en una comunión; alegre, iba saludando. Hizo un animado aparte con Correa y los dos gesticulaban enérgicamente. Una mano en el bolsillo, y el otro brazo activo, como jugándose un «piedra, papel o tijera». Hablaban con vehemencia de un tercero.

Por allí andaba también Bárcenas, agarrado a su cartapacio como a una carpeta forrada de Glenn Medeiros.

Al principio estaba nervioso, movía mucho una pierna.

Declinó contestar a la fiscal. Ella hablaba y él le daba vueltas, interesado, a una botella de agua.

Le preguntaron sin intentó organizar los «Grammy» en Valencia. Corrupción, pero sobre todo delirio.

Y destacó un audio con Correa, la mañana en que un periódico involucraba a Bárcenas en la obtención de contratos:

-Holaaa, tío, aquí, inaugurando FITUR.

-¿Has visto?

-Es el inicio, jeje.

-En portada…

-Sí, sí, en portadita. Es el principio, si meten la cabeza no acaban. Tú lo sabes mejor que nadie en el Planeta Tierra.

Pérez, capaz de decir «cabrón» tres mil veces al día, lo negó todo, pero variado: no, nunca, jamás, y «meridianamente imposible».

Su defensa trató de hacer ver que las iniciales JS no eran por Jesús Sepúlveda, sino por José Sevilla, y que los apuntes no eran entregas de la trama, sino la forma de saldar sus deudas personales con Hacienda.

Las cintas hablaban de unos pagos a «Asunción Alonso»:

-¿Tenía alguna relación con el PP?

-No, ninguna. Era mi tía, mi tía Chonchi. La Fiscalía tiene una obsesión tremenda con mi tía Chonchi.

La frase despertó hilaridad, pero hacía soñar si se reparaba en que Chonchi era la mujer de Andrés Pajares.

Es decir, «El Bigotes» y Mari Cielo son primos. España es maravillosa. No sólo fue el hombre al que Camps «quiso un huevo», ni el amigo de Alejandro Agag («Gordon y yo teníamos un amigo en común. Él lo sigue teniendo, yo no»), ni técnico de sonido de José Mª García. También fue pariente de Andrés Pajares. Todos ellos están en él de alguna forma. Es una mezcla entre Esteso y Jaime de Mora que aún guiña el ojo en la máquina de «vending». Amigo, creativo y comunicador. Como director artístico de Special Events elevó la organización de eventos a arte. Él no tocaba papeles, él «creaba».

«Éramos los mejores. Abríamos los telediarios y todos nos copiaban. Los mítines del PP eran muy oscuros, con fondos de haya. Pusimos el azul y empezamos a iluminar lateralmente. Aznar tenía la ceja muy poblada, el ojo hundido, y cara de mala leche. Pensaron que se había hecho un lifting». «El Bigotes» habló para convencer al juez, pero también para convencerse él. «Teníamos que cambiar la imagen de un partido muy rancio y le dimos un aire fresco y dinámico».

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