Pedro Sánchez durante el acto celebrado el pasado viernes en Sevilla
Pedro Sánchez durante el acto celebrado el pasado viernes en Sevilla - AFP

Primarias PSOE 2017Pedro Sánchez, la ambición irreductible de un superviviente

El ex secretario general ha consumado en estas primarias una mutación política que le ha devuelto al poder en Ferraz. A lomos del hartazgo de una parte importante de la militancia cabalga, ha conseguido frenar el ascenso de Susana Díaz y recuperar su poder

Madrid Actualizado: Guardar
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¿Qué ha pasado estos tres últimos años? ¿Cómo ha llegado Pedro Sánchez a ser el candidato más a la izquierda cuando en 2014 era el preferido por el Gobierno del PP y por la patronal? ¿Cómo ha pasado de ser el hombre que alcanzó el poder tras ser apadrinado por Susana Díaz y los principales barones del partido a presentarse como «el candidato de la militancia»?

El viaje ideológico de Pedro Sánchez, desde venderse como un socioliberal en 2014 a recorrer España puño en alto cantando «La Internacional» es la historia de un superviviente político. Muchos líderes políticos han merecido ese apelativo por tratar de aferrarse al cargo. Pero pocos han logrado alcanzar el nuevo «estatus» de Sánchez: el renacido.

En el discurso del Pedro Sánchez de mayo de 2017 apenas hay referencias a su mandato como secretario general (26 de julio de 2014 - 1 de octubre de 2016). Para él todo se desarrolla como un nuevo comienzo. Con habilidad ha dirigido el relato sobre lo sucedido en aquel Comité Federal y sobre la abstención al PP, también por incomparecencia comunictiva desde la otra orilla. Sánchez ha creado una nueva figura. La del mártir. La de quien renuncia su escaño para no aceptar la abstención pero también para no desobedecer una decisión del máximo órgano entre congresos del partido. Ese día había decidido que volvería. Aunque tuviesen que pasar cuatro meses hasta que lo anunciase y tras recibir presiones para no hacerlo. La gasolina que mueve al nuevo Sánchez es cumplir la promesa que el viejo Sánchez se hizo así mismo: no dejarse vencer por Susana Díaz. Su alianza duró lo que duraron las primarias de 2014 en las que el aparato del partido señaló a Sánchez para derrotar a Eduardo Madina. Nunca hubo ningún tipo de sintonía entre ellos.

Sánchez trató de desembarazarse pronto de la tutela de los barones y éstos empezaron a sospechar que habían elegido a alguien fuera de control. Que es lo mismo que admitir que pretendieron que fuera una marioneta. Ahí empezó una guerra sin cuartel, cuyo germen y primeros pasos fueron los recelos y la desconfianza mutua. Sánchez ha recuperado fragmentos de aquella etapa para criticar la «falta de lealtad» a su figura.

Primero anunció que si no ganaba dejaría la política. Pero en los últimos días ya advirtió que seguiría en el partido al servicio del ganador. Y es que su vida es el PSOE, por mucho que insista en destacar los puntos de su carrera como «autónomo» lo cierto es que ha sido líder de las juventudes de su barrio, concejal, diputado y secretario general del partido. Su carrera empezó como uno de los hijos políticos de José Blanco. Fue elegido por los periodistas como diputado revelación en 2010. Todo eso cuenta, pero ya no importa. En el nuevo Pedro Sánchez todo empezó el 1 de octubre de 2016. Convirtió su derrota en una nueva oportunidad. Como si le hubiesen crecido alas en las cicatrices.

Ahora es un hombre distinto, al que su partido dio por muerto hace siete meses y no solo está vivo, sino que ha ganado las primarias por sí mismo, porque los militantes le han preferido a él, y ahora quizás lo que más le preocupa es no defraudarles.

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