La «Ana Julia» de Elda mató al hijo de acogida de su pareja porque le molestaba
Se sospecha que quiso romper ese vínculo que aún unía a su novio y la exmujer de éste
El pasado 30 de agosto se conocía que un menor con discapacidad había muerto en un confuso suceso ocurrido sobre las nueve de la noche en el número 26 de la céntrica calle Quijote de Elda, en Alicante. Ese día, una mujer con discapacidad auditiva, vecina del tercer piso del inmueble, comenzó a proferir gritos de auxilio y una de las inquilinas de otra de las plantas subió de inmediato a ver qué ocurría. Al llegar vio tendido en el suelo a un niño semidesnudo, mientras que la persona que estaba a su cargo permanecía atada y con algunas lesiones en brazos y piernas.
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Los servicios sanitarios no pudieron hacer nada por salvar la vida del pequeño, Dominique Urrutia, de ocho años. Había muerto por asfixia mecánica, según reveló la autopsia. El crío era hijo de acogida del novio de la mujer que lo cuidaba en ese momento, de 30 años e identificada como Alejandra García Peregrino. Estaba embarazada de cuatro meses de su actual pareja . Ayer, pasadas las nueve de la mañana, después de que hubiera dejado a su hijo en el colegio fue detenida por los expertos en homicidios de la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Comisaría General de Policía Judicial, que han hecho la investigación con la ayuda de la Brigada de Policía Judicial de Alicante y de la Comisaría de Elda.
Versión incoherente
Desde el principio la versión de la mujer chirrió a los agentes. Había motivos para ello: en primer lugar, era ilógico que dos individuos cubiertos con cascos y con guantes de moto entraran en un piso si no era para robar -no faltaba nada de la casa y además la pareja no era adinerada y vivía de alquiler-; por un móvil sexual -ni el niño ni la mujer sufrieron una agresión de ese tipo que se pudiera demostrar, por más que ella asegurara que hubo tocamientos libidinosos-, o por venganza, cuando ni el novio de Alejandra García ni ella misma tenían enemigos, según confirmaron las investigaciones.
Había otros dos dato de interés antes incluso de comenzar las comprobaciones de la versión de la mujer. Tenía heridas, sí; pero estaba embarazada de cuatro meses y curiosamente en su vientre no había señal alguna de violencia, por lo que las que sufría, en muñecas y brazos, se las provocó ella misma. Además, ni siquiera la vecina que acudió en su auxilio oyó ruido alguno de pelea o miedo, tampoco de Dominique que todo el mundo sabía que reaccionaba gritando en cuanto alguien extraño lo tocaba, pues esa era una de las formas en que se manifestaba su discapacidad.
Todo apuntaba, pues, a que se había preparado la escena del crimen, incluso demasiado bien. Sin embargo, había que comprobar esa línea de investigación y para ello era necesario hacer un minucioso trabajo de campo, porque lo ocurrido en ese piso nadie lo había visto. Las conclusiones no dejaban margen para la duda : a pesar de ser agosto, ser una calle céntrica y a primeras horas de la noche, nadie había visto a esos supuestos individuos ataviados con cascos y guantes de moto. Tampoco ninguna cámara de seguridad por la que necesariamente tenían que haber pasado esos desconocidos registró su imagen.
Las únicas huellas que encontraron en el piso los expertos de Policía Científica eran de las personas que vivían en la casa. Ni una sola se detectó cuya presencia no tuviera una explicación lógica. Tampoco vestigios de ADN de desconocidos. Todo ello hacía sospechar del círculo más próximo al pequeño, en especial de la mujer que lo cuidaba ese día, y en ese sentido se orientaron las pesquisas.
Indicios sólidos
Las fuentes consultadas por ABC insisten en que los indicios contra Alejandra García Peregrino son muy potentes y demuestran que solo esta mujer pudo perpetrar el crimen, aunque obviamente no existen pruebas biológicas contundentes. Lo que sí se ha podido demostrar es que el niño fue asfixiado con su propia camiseta.
El móvil, por más que no sea imprescindible para alcanzar un veredicto de culpabilidad, habría que buscarlo en la personalidad de la sospechosa y en las relaciones familiares que se habían creado. Alejandra Peregrino había aportado un niño de tres años a la relación con su nueva pareja, mientras que éste era padre de acogida de Dominique, un niño cuyos progenitores, por su situación, no podían hacerse cargo de él.
La separación del padre de acogida no había sido impedimento para que este hombre y su exmujer mantuvieran una relación muy fluida, entre otras razones para salvaguardar el bienestar del hijo que habían acogido de común acuerdo.
Cuatro meses antes del suceso Alejandra García se quedó embarazada de su nueva relación . Se sospecha que en ese momento comenzó a barruntar que el niño discapacitado podía ser un obstáculo para que el padre se ocupara plenamente de él, y además ese niño era el vínculo que aún hacía que los padres de acogida mantuvieran una relación fluida. Todo ello, de ser cierta las hipótesis que se maneja, habría creado en la mente de la sospechosa la necesidad de eliminar el obstáculo. Y habría actuado en consecuencia. Algunas fuentes, no obstante, no descartan que a la mujer «se le fuera la mano», si bien es cierto que tras los hechos actuó con frialdad absoluta.
La detención se habría demorado hasta ayer para que Alejandra García pudiera dar a luz y pasara los primeros meses con su bebé, cuando es más necesaria la presencia de la madre. Ayer fue arrestada y se realizaron los registros correspondientes. Hoy mismo será puesta a disposición judicial.
Mientras, el padre de acogida de la víctima está en shock . Nunca creyó que su pareja tuviera algo que ver en lo sucedido, a pesar de que sus amigos le advertían de esa posibilidad. Tragedia sobre tragedia.
