Cataluña tiene un mes para evitar elecciones en pleno verano

Puigdemont acaricia la idea de otros comicios a la espera de la justicia alemana

Si en un mes no hay nuevo Govern se disolverá el Parlament EFE
Àlex Gubern

Esta funcionalidad es sólo para registrados

La excepcionalidad política del proceso soberanista ha logrado que los catalanes hayan votado casi en vísperas de Navidad (21 de diciembre de 2017) y lo puedan volver a hacer, si el nudo no se deshace antes, en pleno verano (15 de julio). Ayer se cumplía un mes desde que el diputado del PDECat Jordi Turull intentó una investidura que resultó fallida (22 de marzo). Su encarcelamiento al día siguiente por orden del Juez Llarena acusado de rebelión y malversación junto al resto de la cúpula soberanista impidió que se sometiese a una segunda votación, pero no evitó que el calendario comenzase a correr: dos meses por delante –un mes transcurrido, un mes para que venza el plazo el 22 de mayo– para elegir presidente. De lo contrario, disolución de la cámara y convocatoria de nuevos comicios. Ahora en pleno verano. El nudo catalán sigue sin deshacerse.

El bloqueo de Puigdemont

Hay coincidencia en todos los partidos, incluido el PDECat: el expresidente Carles Puigdemont es el principal obstáculo para desencallar la situación. La decisión del Tribunal Regional Superior de Schleswig-Holstein (6 abril) de negar la extradición del expresidente catalán por un delito de rebelión, y puede que también por el de malversación, ha devuelto a Puigdemont al centro del tablero justo cuando más vencido parecía. En ERC y el PDECat se daba por hecha una renuncia inminente del expresidente que permitiese avanzar hacia una investidura efectiva. Ya no es así.

Torcer el cuello a ERC

Aunque formalmente aseguran que no es su escenario preferido, Puigdemont y su entorno más directo acarician la idea de forzar la situación e ir a unos nuevos comicios, unas elecciones en las que, reforzados si la justicia alemana no acepta su extradición, se ven capaces de torcer el cuello de manera definitiva a ERC –tras ganarles ya de manera sorpresiva en diciembre– y recuperar el primer puesto en detrimento de Cs. Es el escenario soñado por los independentistas «legitimistas» y el más incierto para los «pragmáticos», que reclaman, ya, la formación de un Govern que permita parar el 155, volver a colocar a los alrededor de 250 cargos de confianza que se han quedado sin trabajo y, en definitiva, recuperar cierta normalidad asumiendo que la república no es para pasado mañana.

El dilema de Torrent

Al margen de si Puigdemont se decide por ir hasta el final y prolongar el bloqueo para forzar elecciones, se da por descontado que el grupo de JpC forzará la máquina para, al menos, intentar una investidura del expresidente. Este grupo impulsa una reforma de la ley de Presidencia para permitir una investidura a distancia –también la posibilidad de formar un Govern con parte de sus miembros en el extranjero–. Aunque la ley fuese impugnada de inmediato al TC, no se descarta la posibilidad de que JpC forzase una investidura el mismo día de su aprobación para no dar tiempo al TCa pronunciarse . Un requerimiento previo de este tribunal bastaría para que la Mesa y el presidente de la cámara Jordi Torrent se viesen en la tesitura de desobedecer y seguir adelante, o plegarse, lo que hasta ahora han hecho. Un camino conduce al bloqueo y a más imputaciones , el otro, aunque con el oprobio de verse llamado «traidor», a la relativa normalidad que ERC demanda.

El «chuleo» de la CUP

Ha sido una constante del «procés» desde que comenzó 2012: a cada nuevo tropiezo, un salto adelante. El batacazo en 2012 llevó a CDC –una era anterior– a ponerse en manos de ERC, mientras que las plebiscitarias perdidas de 2015 llevaron a la CUP al puesto de mando. El papel de los antisistema vuelve a serdeterminante dada la exigua mayoría «indepe». Aunque Puigdemont ha delegado su voto, y Toni Comín (ERC) podría solicitarlo, ello no garantiza que lo puedan hacer. Únicamente la renuncia al escaño de ambos –lo que implicaría el reconocimiento formal de su derrota política– permitiría a JpC y ERC no depender de los antisistema y proponer a un diputado como presidente que no sea vetable. Puigdemont y Comín se resisten a ello a la espera de lo que disponga la Justicia alemana. El nudo no se deshace. Los catalanes podrían votar camino de la playa.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación