Cargos y ministros socialistas rechazan en silencio a Bildu y la influencia de Iglesias

La promoción del pacto con Otegui que orquestó el líder de Podemos no gustó en el Gobierno

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este viernes en Pamplona EP
Víctor Ruiz de Almirón

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El presidente de Castilla La Mancha, Emiliano García-Page , criticó este viernes abiertamente el rumbo emprendido por el Gobierno en la negociación de los Presupuestos. No ha sido el único dirigente que ha manifestado su incomodidad, pero sí el que ha alertado de forma más clara del rumbo estratégico y de la subordinación del PSOE al planteamiento político-cultural que defiende Unidas Podemos . «Lo de Bildu no tiene un pase» porque «ni está en un proceso de normalización como tal, ni tampoco ha hecho un proceso de reconciliación».

El barón socialista, que gobierna en su territorio con mayoría absoluta y un discurso propio, lamentó que estas alianzas responden a la estrategia de Pablo Iglesias : « Veo con preocupación que Podemos nos marca la agenda y nos está arrastrando a una esquina del tablero político que está muy fuera del sitio de las grandes mayorías del PSOE».

Page daba así voz a una incomodidad que ha alcanzado hasta a dirigentes muy leales a Sánchez, como el presidente de Asturias, Adrián Barbón , que ha reconocido que ese pacto con Bildu «no es un plato de buen gusto». Aunque rápidamente culpaba al PP por su «bloqueo». Pero al menos es algo muy diferente al ejercicio de justificación que emana desde Ferraz y La Moncloa. La dirección federal ha tenido que afanarse en comunicaciones con los territorios para rebajar el nivel de tensión. Las palabras de Fernández Vara sorprendieron, porque aunque antisanchista en el pasado, el presidente extremeño abandonó cualquier enfrentamiento con Sánchez una vez éste ganó las primarias en 2017. No ha llegado a convertirse en un dirigente seguidista, pero sí ha evitado cualquier choque.

Dentro del Consejo de Ministros siempre han existido quienes prefieren no tener que pactar con los independentistas. Y que se encontraban muy cómodos cuando esa era la opción principal hasta el mes de septiembre. Como avanzó ABC el miércoles, Iglesias cerró con Bildu el pacto sin advertir a nadie más en el Gobierno. Ese exceso de promoción a un pacto que ya estaba en la agenda como algo probable no ha gustado en el Gobierno. En este aspecto concreto tampoco en La Moncloa. En el Gobierno la interlocución con Ciudadanos la ha mantenido la vicepresidenta Carmen Calvo. Hasta los primeros días de septiembre ese acuerdo era la opción más factible. Y eso agradaba a un buen puñado de ministros que se distancian de Unidas Podemos en lo político y en lo económico. "No podemos perder a Ciudadanos cuando ellos se ofrecen. No se entendería", viene repitiendo en las últimas semanas en privado un ministro con una cartera de peso.

Partido bajo control

El absoluto control que Pedro Sánchez tiene sobre el aparato del PSOE lo convierten en un partido muy distinto al que era antes de 2017. Mucho silencio y poca discrepancia. Y la que hay, casi siempre, se manifiesta en privado. Pero el pacto presupuestario con EH Bildu ha supuesto una línea roja más traspasada por el presidente del Gobierno en la ruptura de sus compromisos y los principios manifestados desde que es el líder del PSOE. Hasta ahora, con una vida interna desincentivada, los pasos que se daban desde La Moncloa no tenían respuesta. Pero este pacto ha removido un partido en el que, hace no tanto, buena parte de la dirigencia manifestaba animadversión política y personal hacia Sánchez.

Lo que no significa que se abra una condición de posibilidad para que en el PSOE exista oposición a Sánchez. Ya surgió, por ejemplo, mucho malestar con el presidente y la portavoz María Jesús Montero a cuenta de la negociación del decreto de remanentes de los Ayuntamientos . Ruido esos días y poco más. Porque como decía un alto dirigente de la confianza de Sánchez parafraseando a Felipe González: «Se puede hacer política contra Ferraz pero no contra Moncloa». A Sánchez el acceso al poder le brindó la lealtad, y la obediencia, de quienes nunca se la profesaron.

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