El entonces ministro de Defensa José Bono, en el lugar del siniestro del Cougar
El entonces ministro de Defensa José Bono, en el lugar del siniestro del Cougar - ABC

Bono envió a España restos humanos sin identificar de los fallecidos en el Cougar

El traslado se produjo después de haber repatriado los cadáveres de los 17 militares desde Afganistán

MADRID Actualizado: Guardar
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El exministro de Defensa, José Bono, repatrió a España restos sin identificar de los 17 militares fallecidos en el siniestro del helicóptero Cougar en Afganistán el 16 de agosto de 2005.

El hallazgo de estos restos fue admitido por Bono en su comparecencia parlamentaria del 24 de agosto de ese mismo año, y en su declaración ante el juez, pero nunca aportó detalles sobre los mismos ni sobre su destino final, ni informó a al menos tres de las familias de los fallecidos. A su juicio, eran unos restos «sin ningún valor identificativo».

Sin embargo, en un documento al que ha tenido acceso ABC, se detallan con exactitud estos restos, que están guardados en tres bolsas. Se trata de un escrito del Cecom (Centro de Comunicaciones) con número de referencia 1.304 de 18 de agosto de 2005.

Tres bolsas con restos

El texto señala que en «la bolsa número 1» hay «fragmentos óseos calcinados que parecen corresponder a un pie, de aproximadamente 10x4x5 centímetros». En «la bolsa número 2» se guardaron «fragmentos óseos calcinados correspondientes a una paleta humeral y esquirlas óseas de los huesos de un miembro superior, de tamaño variable, pero no superiores a 3 centímetros». Finalmente, «la bolsa número 3» contenía «fragmentos óseos de pequeño tamaño, calcinados y de muy difícil ubicación anatómica inicial».

El documento finaliza informando que estos restos han quedado «depositados en las dependencias del Role 2 (hospital de la base militar española en Herat), en ambiente refrigerado», quedando «a disposición de la autoridad para las disposiciones que se determinen».

En su comparecencia ante la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados del 24 de agosto de 2005, Bono afirmó que «durante el día 18 aparecieron en la zona del siniestro algunos fragmentos óseos y esquirlas calcinadas de pequeño tamaño y sin ningún valor identificativo, como dice el jefe del servicio de Anatomía Patológica del Hospital Gómez Ulla».

«Un arcón con restos que carecen de identidad para ser identificados»

Posteriormente, en marzo de 2010, en su declaración por escrito ante el juez togado militar que reabre la causa, solicitada por Eduardo Guitard, padre del piloto del helicóptero fallecido, señala que «recuerda que después de ordenarse la repatriación de los cadáveres fue informado del hallazgo de restos orgánicos de reducidísimo tamaño, sin valor a los efectos de identificación, que ya se había realizado de manera indubitada».

Estas tres bolsas fueron trasladadas a España. Así se solicitó en el escrito del Cecom, que pidió «el traslado a territorio nacional», concretamente al «Hospital Central de la Defensa». En su declaración en el Congreso, el exministro aseguró que «un avión de la Fuerza Aérea Española se trasladó hasta el lugar para cumplir con la orden del juez instructor, que ordenó remitir estos restos al Hospital Central de la Defensa».

Bono, en Herat, saludando a uno de los heridos
Bono, en Herat, saludando a uno de los heridos - ABC

«El follón del Yak»

Pero no fueron éstos los únicos restos que llegaron a España sin identificar. Junto con los féretros de los 17 fallecidos también se trasladó a España «un arcón con restos que carecen de identidad para ser identificados», según admitió Bono en el Congreso. En este caso, un testigo de la llegada de los féretros recuerda que se extrañó de ver 18 y no 17 y preguntó qué era aquella caja grande. Un miembro del gabinete del Bono le respondió que eran «restos sin identificar y que no dijera nada, después del follón del Yak». La caja fue sacada del avión por la parte trasera.

Del destino final de estos restos nunca se supo, o al menos las familias consultadas por ABC no lo supieron, porque a ellas nadie les comunicó la existencia de los mismos. De hecho, se han enterado por este periódico que aparecieron restos con posterioridad. El padre de Pedro Fajardo, tirador fallecido, afirma que «nunca jamás nadie nos dijo nada»; mientras que Eduardo Guitard, padre del piloto David Guitard, corrobora que «nunca me llamaron para cotejar nuestro ADN con algún resto. Solo al principio para identificar el cadáver de mi hijo. Nunca me entregaron ningún resto» Igualmente, Ana Enríquez, madre del soldado José Manuel Moreno, insiste en que «a mí no me comunicaron nada. Claro que me hiciera gustado que me hubieran llamado».

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